miércoles, 31 de julio de 2013

Los Ojos de un Gato te Pueden Decir la Hora (Nekonome Dokei)

En casa tengo una gatita que apenas pasa los 9 meses de vida pero que es tremendamente traviesa, lo que contrasta con la tranquilidad de mi “viejita”, una perrita que ya pasa los 14 años. Juega, corre, salta, en fin, hace todo lo que una gatita de su edad hace, pero el momento que más disfruto es cuando estoy trabajando frente a la computadora y se sienta sobre mi regazo, ronroneando y dándome pequeños masajitos hasta que se queda dormida. 

Puedo pasar horas y horas frente a la computadora, pero ella continua sentada sobre mí durante todo ese tiempo, y de rato en rato levanta su cabeza y me mira con sus pequeños ojitos. 

Este fin de semana, también pasó lo mismo, mi gatita me miraba como siempre, pero no sé por qué, ella hizo que me acordara de mi oba. En ese momento, tuve una sensación muy vaga, era casi como si hubiera soñado y estuviera tratando de recordar algún recuerdo etéreo, algo que no puedo explicar claramente, pero era como si estuviera relacionando mentalmente las palabras “oba”, “ojos de gato”, “dia y noche”. No podía recordar nada más. 

Le pregunté a mi mamá para saber si ella recordaba algo que mi oba haya hablado algo sobre los ojos de gato y del día o la noche o, si existía alguna tradición japonesa (u okinawense) que se relacione. Pero tampoco se acordaba. Era un recuerdo casi “dudoso” que me inquietaba y hasta me hacía dudar. 

Anteriormente había leído sobre los ninja y su técnica para saber la hora por medio de la observación de las pupilas del gato, pero no creía que ese recuerdo pudiera tener alguna relación con aquello que ya había leído, porque sentía como si fuera un deja-vú, como si hubiera vivido ese recuerdo. No creo que mi oba me haya contado algo sobre los ninja, tal vez sí de los samurai, pero no de ninjas

Pero por más que pasaban los días, no podía dejar de pensar en ese recuerdo y me puse a buscar en el Internet si realmente existía alguna tradición que se relacione con “ojos de gato” y “día y noche” y, finalmente, pude comprobar que ese “recuerdo etéreo” realmente sucedió. Se dice que podemos tener recuerdos (o memoria) de corto o largo plazo, pero son los recuerdos de infancia los que se encuentran muy bien guardados, cual tesoros, en lo más recóndito de los recuerdos y, a veces, es muy difícil de olvidarlos. Tal vez mi oba no le habría contado a mi mamá, o quizás mi mamá ya se olvidó, así que mejor lo escribo ahora, antes que yo también lo olvide, porque si bien es una cosa de niños, creo que merece la pena volver a revivirlo (y sobretodo, demostrar que realmente existió este recuerdo). 

Había hecho tantas búsquedas, pero al final, cuando ya estaba casi por rendirme, encontré casi textualmente la respuesta a mi “recuerdo”: 
 “…Cuando era niño aprendí una canción en mi escuela: 6 redonda, 5 y 7 huevo, 4 y 8 caqui, 9 aguja. El gato es imprescindible para mí. Sin él estoy perdido. Me enseñaron a medir el paso del tiempo según el tamaño de las pupilas de los gatos. A las seis las pupilas del gato son enteramente redondas, mientras que a las 5 y a las 7 tienen forma oval. A las 4 y a las 8 se estrechan y toman la forma de un caqui, a las 9 se estrechan aún más hasta el punto de parecer una aguja. Eso es todo.” 
(PARA AGRANDAR LAS IMÁGENES, HACER CLICK SOBRE ELLAS)

Imagen tomada del blog Isseicreekphilophy

Nekonome Dokei 猫の目時計 (Reloj del Ojo del Gato)

Ya pude comprobar que mi recuerdo sobre los ojos del gato ya dejó de ser un recuerdo etéreo y casi onírico.

Esta única pista en español la había encontrado en el blog del pintor Leo Vincent. Y como dice un refrán, “comienza, el resto es fácil”, a partir de esta pista, pude encontrar más referencia sobre esa canción de niños a la que se refería, aunque sinceramente, no recuerdo que me hayan enseñado alguna canción, salvo el “conocido” “Pop pop po, Hato pop-po”, una de algunas canciones infantiles que mi oba me enseñó. Las referencias que pude encontrar solamente estaban en japonés y algunos en inglés, y casi nada en español. Con el poco japonés que manejo, pude rescatar algunas referencias históricas que sustentaron que mi “recuerdo” realmente era algo real y no solo era producto de mi imaginación.

Se dice que hay una canción infantil que se relaciona con el samurai Yoshihiro Shimazu, que por el siglo XVI, se dirige a Corea durante una campaña militar llevando consigo a siete gatos con el fin de saber la hora. Shimazu decía, siguiendo una técnica que se relata en el Bansenshukai o Shonenki (recopilaciones de los secretos del ninjutsu o espionaje ninja) que según la forma de las pupilas de los ojos del gato, se podía determinar la hora del día, que era denominado Nekonome Dokei 猫の目時計 (literalmente, "reloj del ojo de gato"). 



Imagen tomada del blog Gatos y Gatunos 
Como las pupilas de los gatos son sensibles a la luz, cambian de forma según la intensidad de la luz, dilatándose (forma de rendija) ante una luz intensa y en cambio, contrayéndose (forma redondeada) ante una luz más tenue.

De este modo, se creó una rima para poder memorizarlas y que ahora es conocida más como una canción (para algunos, una canción antigua,  para otros, infantil): 

           「 六つ丸く、五七卵に、四つ八つは柿の核なり、九つは針 」

Se lee así: "Mutsu maru ku, itsusu nanatsu tamago ni, yottsu hatsu wa kaki no kaku nari, kokonotsu wa hari".
Es decir, "A la seis, se vuelve redonda, a las cinco y siete, como el huevo, a las cuatro y ocho, se vuelve como las semillas del kaki y a las nueve, como una aguja".

Pero, ¿qué significa? la siguiente imagen podría aclararlo un poco:
En esta imagen se puede observar la forma de la pupila del gato con respecto al momento del día.

Imagen tomada de Koneko no heya



Si la pupila del gato estaba completamente redonda, significaba que eran las 6 a.m. (según el sistema horario actual). En cambio, si tenía forma ovoide (como la de un huevo), significaba que eran las 8 a.m. Ya para las 10 a.m. se contraía un poco y se asemejaba a la semilla de un kaki y al mediodía la pupila se contraía aún más hasta parecerse a una aguja. En cambio, a las 2 p.m., la pupila se dilataba, adquiriendo nuevamente la forma de una semilla de kaki, luego a las 4 p.m. volvía a tener la forma de un huevo y a partir de las 6 p.m. se dilataba aún más hasta alcanzar una forma redondeada. 

Pero esta rima o canción aún así suena poco comprensible. Analizándola detenidamente, ¿por qué se utilizan los numerales japoneses para contar objetos, como “mutsu” (seis) o “yotsu” y no se usa simplemente los cardinales "roku" (seis) o "yon" (cuatro), si se refieren a horas? ¿o acaso están contando objetos y no horas? y, ¿por qué solamente mencionan al 6, 5, 7, 4, 8 y 9 y por qué no al 1, 2 ó 3? 

Para entenderla mejor, retrocedamos un poco en la historia de Japón, en la época en que antiguamente se utilizaba un sistema horario diferente al nuestro, que estaba vigente hasta el siglo XIX, es decir, hasta la era Meiji, que es cuando Japón adopta el sistema occidental de tiempo. 

Japón dividía el día en 12 horas o 12 koku 刻 que duraban unas 2 horas en promedio, según nuestro sistema actual, y que comenzaba de la medianoche y terminaba a la medianoche siguiente. 

La duración de las horas dependía de la estación y el momento del día, puesto que en invierno 1 koku era más largo en la noche, mientras que era lo contrario en el verano. Por ejemplo, en invierno, 1 koku era de 1 hora con 48 minutos (según nuestro sistema actual) en el día; mientras que durante la noche, era de 2 horas con 12 minutos. En cambio, en el verano, 1 koku duraba 2 horas con 36 minutos en el día y de 1 hora con 21 minutos en la noche. 

A su vez, cada koku se dividía en 4 intervalos de tiempo o bun 分 (actualmente, serían como los "minutos", que duraban unos 30 minutos aproximadamente, cada uno, según el sistema actual), y como en el caso del koku, dependía de la estación y del momento del día, es decir, su duración era variable. Se le denominaba hitotsu, futatsu, mitsu y yotsu (es decir, "uno", "dos", "tres" y "cuatro"). El numeral con la que están representandos, (es decir, "hitotsu", "futatsu", "mitsu" y "yotsu", en lugar de decir, "ichi", ni", san" o "yon"), indican que eran utilizados con campanas, es decir, estos numerales indicaban el número de campanadas con las cuales se indicaba la hora del día. 

El uso de campanas era usual por aquella época, en donde las horas eran indicadas mediante el repique de una campana que se encontraba colgada a la cuesta de las montañas durante el día y, en el caso de la noche, había un cuidador que se encargaba de dar la hora golpeando dos palos entre sí. 

Si nos hemos dado cuenta, hay tres números (1, 2 y el 3) que fueron omitidos, y que actualmente se argumenta que fue por motivos religiosos, puesto que correspondían al número de campanadas utilizado por los monjes budistas para el llamado a la oración. Aunque, también se debería mencionar a Hildreth con su libro “Japan As It Was And Is” (“Japón, Como Fue y Es”) publicado en 1855 y que parece que encajaría mejor con el contexto. Se cuenta que se omitieron simplemente porque se podría confundir al momento de dar la hora, puesto que antes de dar la hora (o mejor dicho, las campanadas), se anunciaba previamente con 3 campanadas que se iba a dar la hora, llamando así la atención de los pobladores, luego se hacía una pequeña pausa de un minuto y medio aproximadamente y se daban las campanadas respectivas que indicarían la hora. 
En caso que se utilizara el 1, 2 ó el 3, habiendo establecido previamente un repique de campanas como señal de anuncio de la hora, se podría llegar a confundir la hora en caso que se utilicen, puesto que se podría malinterpretar las horas en caso que se anuncien las 6:30, 4:30 ó 7:30, mencionando algunos ejemplos.

En la vida cotidiana, cuando alguien deseaba decir simplemente, la “hora”, podía hacerlo de dos formas: nombrando al animal del zodiaco chino que corresponde a la hora seguido del término koku o sino, utilizando números, pero que no eran según el orden occidental que todos conocemos, sino en forma reversa, pero empezando con el 9, es decir: 9, 8, 7, 6, 5 y 4 (no olvidemos que no se incluía ni el 1, el 2 ni el 3), seguidos del término “doki” 時.

Así, por ejemplo, para decir que son las 6:26 a.m., se diría, según este sistema, akemutsu mitsu doki 明六つ三つ時 (el tercer intervalo de la sexta campanada del amanecer) o hitsuji no koku mitsu doki 未の刻三つ時 (el tercer intervalo de la hora de la oveja). 

A continuación, se muestra una tabla que resume este sistema horario, mostrando su equivalencia con el sistema que actualmente utilizamos:


Zodiaco Chino
Designación del tiempo 
(época antigua)
Equivalencia actual
Ne no koku
子の刻
Hora de la Rata
Akatsuki kokonotsu
九つ
Novena (campanada) de la aurora
Medianoche
11p.m. a 1 a.m.
Ushi no koku
丑の刻
Hora del Buey
Akatsuki yatsu
八つ
Octava (campanada) de la aurora
2 a.m.
1 a.m. a 3 a.m.
Tora no koku
寅の刻
Hora del Tigre
Akatsuki nanatsu
七つ
Sétima (campanada) de la aurora
4 a.m.
3 a.m. a 5 a.m.
U no koku 
卯の刻 
Hora del Conejo
Ake mutsu
明六つ
Sexta (campanada) del amanecer
6 a.m.
5 a.m. a 7 a.m.
Ta su no koku
辰の刻 
Hora del Dragón
Asa itsutsu
朝五つ
Quinta (campanada) de la mañana
8 a.m.
7 a.m. a 9 a.m.
Mi no koku
巳の刻 
Hora de la Serpiente
Asa yotsu
朝四つ
Cuarta (campanada de la mañana)
10 a.m.
9 a.m. a 11 a.m.
Uma no koku
午の刻 
Hora del Caballo
Hiru kokonotsu
昼九つ
Novena (campanada) del día
Mediodía
11 a.m. a 1 p.m.
Hitsuji no koku
未の刻
Hora de la Oveja
Hiru yatsu
昼八つ
Octava (campanada) del día
2 p.m.
1 p.m. a 3 p.m.
Saru no koku
申の刻 
Hora del Mono
Yuu nanatsu
夕七つ
Sétima (campanada) de la tarde
4 p.m.
3 p.m. a 5 p.m.
Tori no koku
酉の刻 
Hora del Gallo
Kure mutsu
暮六つ
Sexta (campanada) del anochecer
6 p.m.
5 p.m. a 7 p.m.
Inu no koku
戌の刻
Hora del Perro
Yoru itsutsu
夜五つ
Quinta (campanada) de la noche
8 p.m.
7 p.m. a 9 p.m.
I no koku
亥の刻 
Hora del Jabalí
Yoru yotsu
夜四つ
Cuarta (campanada de la mañana)
10 p.m.
9 p.m. a 11 p.m.

* Lo que está escrito en rojo, es la pronunciación en japonés; en azul se muestra la escritura  y en negro, la traducción al español. 

Aún así, con toda la explicación, no es muy fácil saber la hora según este sistema. Tal vez porque ya nos hemos acostumbrado al sistema occidental actual. 

Pero, ¿habrá sido exacto? Aparentemente no, pero si consideramos el hecho que la duración del tiempo se adaptaba a la estación y al momento del día, que es casi lo que actualmente hacemos al hacer el cambio de horario de invierno o de verano, sobretodo en las oficinas o negocios, parece que para la época en que fue utilizada si cumplía la exactitud que se requería. Pero no está del todo olvidado, puesto que recientemente, en el 2008 un relojero japonés, Masahiro Kikuno, ha diseñado un wadokei (reloj antiguo japonés) que se basa en este antiguo sistema horario.
El Wadokei de Masahiro Kikuno (año 2008)
Imagen tomada de World Tempus 


¿Y sobre el nekono me dokei? ¿Habrá sido exacto?. Es muy improbable determinar su exactitud, puesto que las pupilas son muy sensibles a la luz, y reaccionan de diferentes formas en una misma hora pero en días diferentes . ¿Y si llovía por las mañanas y estaba un poco nublado, las pupilas de un gato reaccionarían a la luz natural  de la misma forma como lo harían en una misma hora, pero en una soleada mañana? Quizás para la época, servía como una simple referencia, y quizás se utilizaban otros recursos para corrobar la hora, de forma natural, como el comportamiento de los demás animales,el movimiento del sol, entre otros. 
Pero lo que puede rescatarse de esta técnica, desarrollada primordialmente por los ninjas o shinobi, es la capacidad de observación tan detallada con respecto a la naturaleza, y en este caso, a los ojos de un gato, para medir algo tan mundano (pero que es necesario), como es el tiempo.
   
No me acostumbraría a este sistema antiguo, porque es un poco complicado para recordarlo, pero lo que creo que ya nunca podré olvidarme será este recuerdo de infancia, al principio "dudoso" y que alguna vez mi oba me contó. ¿Como recordarlo? ¿Como un cuento de niños? ¿O como algo histórico? Creo que, más bien, lo recordaré como algo que mi oba compartió conmigo en mi infancia.

FUENTES:

jueves, 25 de julio de 2013

Creo en Dios y Soy Supersticiosa: Un Aparente Sincretismo

“Soy católico pero no practicante”. Es la definición (o mejor dicho, la excusa) que seguramente hemos escuchado cuando se toca el tema de “¿eres católico? o “¿vas a misa?” 

En la esquina de mi casa vive una chica que es también nikkei y que participa activamente en la parroquia del barrio. Una noche, llegó a mi casa para hacernos una serie de preguntas, puesto que la parroquia estaba realizando una encuesta a nivel de barrio para determinar, seguramente, el número de creyentes que vivían cerca. Después de hacernos unas cuantas preguntas, entre ellas, nuestros nombres y edades, me preguntó si era católica, a la que respondí con toda la seguridad del mundo, pero terminé dubitativamente al decir: “esteee…no, peeero sí vamos a veces”, cuando me preguntó si iba a misa todos los domingos, aunque lo dijo en un tono más bien amigable que inquisidor.

Generalmente, me incomoda un poco cuando me preguntan si voy a misa, porque no voy fielmente todos los domingos y cuando les digo que lo hago de vez en cuando, una pregunta tan sencilla puede terminar en una pequeña discusión, en caso que mi interrogadora sea una persona “católicamente” tradicional, que ya tuve la oportunidad de conocer hace mucho tiempo. Si hay algunas personas se escandalizan al escuchar decir que alguien solo va a misa a veces, ¿cómo reaccionaran si escuchan a alguien decir que practica dos religiones a la vez? o si, en mi caso, les dijera que soy católica, pero también practico algunos ritos budistas y además de eso, también creo y practico algunas creencias okinawenses, que son mayormente supersticiosas y a veces, contrarias al catolicismo? 
Y creo que no solo pasa esto en mi casa, sino en la mayoría de las familias que tenemos ascendencia okinawense.

La mayoría profesamos el catolicismo, pero si tenemos un butsudan en casa, necesariamente debemos decir que también profesamos el budismo (en cierta manera). Aunque sobre esto último, creo que no profesamos el budismo por convicción, sino por tradición.

Sobre este tema, hay muchos investigadores nikkei-peruanos que han descartado la existencia de un sincretismo religioso entre la comunidad nikkei-peruana, puesto que solo practicamos el budismo por el tema del butsudan (que se centra en el culto a los muertos, desde la perspectiva okinawense) mientras que el catolicismo es profesado en casi todas nuestras actividades: hacemos misa por salud, nos casamos por la iglesia, mandamos a bendecir la casa o el negocio, entre otras; lo que demuestra el predominio de la fe católica. Y en el caso del budismo, específicamente en el caso del butsudan, solo es practicado para continuar con la tradición familiar, es decir, practicamos ritos que pertenecen a una religión específica, pero que nosotros lo tomamos como parte de una tradición.  
Pero hay algunas personas que no comprenden que puede existir una convivencia (casi armónica) entre dos religiones, o mejor dicho, entre una fe y una tradición; pero como ya es "costumbre" en mi casa, yo lo veo como algo normal y me cuesta algo de trabajo tratar de explicar el por qué soy católica y a la vez, pagana (con respecto a algunas creencias okinawenses). Les comparto algunos recuerdos que tal vez, podrían explicar mejor a qué me refiero.

Mi familia, paradójicamente, decidió ser católica por decisión de mi oba. ¿Será por la presión social, de no sentirse marginada en una sociedad mayoritariamente católica como el Perú o porque simplemente quiso ser católica, o tal vez porque frecuentaba a un grupo religioso en donde se reunía con amigos y terminó conociendo la fe católica? No lo sé. Mi oba decidió bautizarse y adoptar un nombre católico, tal vez para simplemente pasar casi desapercibida en una sociedad de tantos Pérez o López. Al bautizarse, decidió llamarse Isabelita y mi tío, Roberto. Nunca me acostumbré a llamar así a mi oba o a mi tío, solo cuando me encontraba con algunos vecinos (no nikkei, por cierto), preguntando “¿y cómo está tu abuelita Isabelita?”, ya sabía que se referían a mi oba. Para mí, era como decir que “Isabelita” o "Roberto" eran sus apodos. Pero yo,  simplemente la llamaba "oba" y "tío".

Recuerdo que ella tenía en su dormitorio varios libros pequeños, escritos todos en japonés, pero en la portada había una pequeña cruz dorada y en una de las páginas estaba representada la Virgen de Fátima. Al pie de su cama, había pegado una manualidad que mi hermano había hecho en el colegio. Era la imagen del Corazón de Jesús, que había sacado de un calendario pasado y que estaba enmarcado con cartulinas de colores y algo de escarcha. Y aunque el paso de los años ya se hacía ver en esa imagen, puesto que ya lucía desvencijada y desteñida, mi oba nunca la quiso retirar, y para que no se caiga de la pared, la pegó con goma, directamente a la pared. 

No me acuerdo quien empezó esa costumbre, si mi mamá o mi oba, pero desde que tengo memoria, cada vez que hacíamos alguna manualidad en el colegio, ya sea alguna tarjeta festiva o algún dibujo mal-hecho, siempre nos dejaban pegarlos en la pared, sea con goma o cinta adhesiva. Y en mi cuarto, mi mamá también había pegado una imagen de un Cristo con su rebaño, sacado también de un calendario viejo. Nunca nos dejó quitarlos, por más viejos, roídos o descoloridos que lucieran, siempre nos decían los mayores: “eso no se bota, ahí sale kamisama”, como si esos recortes de revistas o calendarios ya descoloridos fueran algo sagrados y por más que estuvieran, y lucieran, viejos, nunca podíamos deshacernos de ella, sino, nos hacían sentir como si fuéramos unos sacrílegos. 
Ya cuando mis hermanos y yo crecimos, esas imágenes descoloridas “desaparecieron". 

Pero lo que no pudimos hacer desaparecer, como arrancarlas fácilmente de la pared, fueron las creencias okinawenses que mi oba nos enseñó y que fueron (y son) parte de nuestra esencia como familia. 

Hay muchas creencias (sean japoneses u okinawenses) que podrían entrar en contradicción con la fe católica, como la cremación o los contactos con el más allá, pero que muchos la profesamos simplemente por tradición, para continuar preservando la memoria de nuestros antepasados a través de las costumbres o tradiciones. Por lo tanto, no puede existir sincretismo, más bien, existe una simple amalgama de culturas. 

Cuando era pequeña, veía que mi mamá oraba en frente al butsudan, pero siempre se persignaba al final. Y eso para mí era una clara evidencia que su fe católica primaba sobre la budista y que la forma como uno recuerda a sus antepasados solo lo practicamos por tradición. 
Partida de Bautizo de mi mamá (1953)
(Parroquia del Sagrario, Lima)


Entre el desorden de los álbumes familiares, había encontrado el certificado de bautizo de mi mamá del año 1953, es decir, ya había pasado la mayoría de edad cuando recibió este primer sacramento católico. Quise que mi mamá me contará la razón por la que se bautizó a esa edad, pero no se acuerda mucho. Lo único que se acuerda es que mi oba frecuentaba el Comité de San Francisco de Asís, que es un grupo de ayuda y en donde ella afianzó (y tal vez aprendió) los misterios de la fe católica. Le gustaba reunirse porque se encontraba con muchas amistades y compartían tal vez, experiencias de vida, o simplemente, conversaban con gente contemporánea y que vivieron lo mismo que ella: todas eran japonesas que habían llegado al Perú. Era la época en que mi oba participaba activamente dentro de las diferentes organizaciones de la colectividad, como Fujinkai, el Comité San Francisco, entre otras. 
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Título de la Foto: 
"Comité San Francisco 25 Aniversario de Fundación
9 de julio de 1950 - 9 de julio de 1975"
コミテ-サンフランシスコ創立廿五周年記念
1950年7月9日ー 1975年7月9日
 
Mi oba aparece sentada al lado derecho, 
la primera de la fila
En este grupo, mi oba recibió varios libros, como una pequeña biblia y algunos libros de oración, todos en japonés, y varias ediciones de un mismo libro, el antiguamente conocido “Sonrisas del Sol”, que relatan pequeños cuentos con personajes japoneses en situaciones que mostraban ejemplos de caridad, perdón, humildad, entre otros valores, y que fueron entregados a cada miembro del Comité para que los comparta (regale) entre sus familiares y conocidos que no sabían leer japonés. 

Algunas veces, mi oba regresaba a casa con varios furoshiki pequeños, trayendo diferentes dulces japoneses, para compartir entre la familia, especialmente nosotros, sus nietos, que aún éramos pequeños. Los había traído porque había regresado de un paseo, no sé si a la playa o al campo, o simplemente porque se reunieron en el mismo Comité, y como toda costumbre japonesa, las oba traían los dulces que “sobraban” a la casa (mi oba siempre llevaba en su bolso un furoshiki o una tela cuadrada grande, en caso que haya "sobrado algo" y tenga que envolver ese "algo" para traerlo a casa.) Y es que así era la costumbre de mi oba, y creo de muchos inmigrantes japoneses, que era la de compartir. Y no solo traía a casa esos dulces, sino que también nos traía algunas luces de la fe católica. 

En casa, cuando estaba sola en su dormitorio, veía que mi oba pasaba algunas horas leyendo la biblia que le regalaron mientras fumaba. Recordarla así me resulta un poco extraña, pero así era ella. Por lo que recuerdo, ella creía en la existencia de Dios, de alguien superior, pero también creía en la protección de los antepasados. Recuerdo que cada vez que alguien se asustaba en casa, especialmente yo, que aún era muy pequeña, ella (al igual que mi tío Sokuko, y quien también se convirtió al catolicismo) hacían unos ritos okinawenses, que ya casi nadie en la familia se acuerda. 

Cuando era pequeña, casi tuve un accidente automovilístico cerca de mi casa, y después que me curaron mis heridas, solo unos pequeños raspones, puesto que mayor fue el susto, mi tio me llevó nuevamente al lugar para curar, según decía, mi mabui (alma). Nos paramos cerca de la pista y comenzó a pasarme un zapato viejo mientras decía unas frases en uchinaguchi que no entendía y luego tiró ese zapato cerca del lugar y regresamos a casa. Él le dijo a mi mamá que ya estaba curada “del susto” (ante una fuerte impresión, se dice que alguien puede quedar en shock y puede presentar diversos síntomas, como fiebre, semi-parálisis temporal, pesadillas nocturnas en niños, entre otros sin razón aparente). 

Mi oba, en cambio, nos hablaba sobre diferentes supersticiones, que son propias de la religión okinawense, una religión basada en ánimas y supersticiones, a diferencia de la católica o budista. Ella fue la que nos inculcó la creencia en la existencia de una vida después de la muerte, en las ánimas, en el significado de los sueños, entre otras. Cada vez que alguien fallecía en la familia y alguien soñaba con ese familiar, uno tenía que enfadarse, puesto que mi oba decía que ese familiar ya fallecido no debería de presentarse en sueños (tal vez porque estaba "llamando" al familiar aún vivo para que lo acompañe en el más allá), y mi oba se colocaba delante del butsudan y comenzaba a orar, pero más que orar, era como una queja, casi como si fuera una reprimenda. Y en caso que continuaran los sueños con ese familiar, mi oba nos decía que teníamos que llamar a un yuta para que se contacte con el difunto, y saber por qué no descansa en paz. Y esta es una costumbre que aún mi mamá lo hace (y yo también).  

Hay una frase que mi oba le enseñó a mi mamá y que ahora, me lo dice algunas veces: "Cuídate tu misma que Dios te cuidará". No sé en dónde lo habrá aprendido, pero me parece que es tan sencillamente hermosa para tomarla en cuenta.  


Me hubiera gustado preguntarle directamente a mi oba: "por qué te bautizaste", o "por qué leías esos catecismos en la casa, pero nunca te veía en las misas los domingos?", o incluso preguntarle: "¿te parece bien si comparto estos recuerdos en mi blog?"; pero ya es un poco tarde para ello. Cuando ella aún vivía yo todavía era pequeña para entender muchas cosas. Lo único que me queda son los recuerdos que tengo, y lo poco que se acuerda mi mamá sobre el pasado (o tal vez siente cierta nostalgia al recordar el pasado y simplemente lo quiere olvidar). 

Por experiencia propia, puedo atestiguar que sí puede existir (cierta) convivencia entre una fe y otra (tradición) dentro de una familia; porque en este caso, es la fe católica que convive con las tradiciones (y costumbres) okinawenses, porque eso es lo que son para mí: tradiciones y costumbres de familia.

PARA SABER MÁS SOBRE EL TEMA:
La Religión entre los Nikkei del Perú. Amelia Morimoto. 1 de mayo del 2007. Discover Nikkei.  

viernes, 19 de julio de 2013

"Teera-Guibu", "Nahua-Guibu": Un Pequeño Misterio en Torno al Apellido de mi Tio (ACTUALIZACIÓN)

Estuve ordenando unas fotos que aún tengo dispersas en los álbumes familiares y encontré una foto un tanto curiosa. Retrataba al papá de mi tío (quien aparentemente no tendría ninguna relación familiar conmigo, pero que luego de una “explicación enredada” que me dieron sobre sus vínculos familiares con mi familia, resulta que "es familia" con mi oji). Se llamaba Kamado Gibu y llegó al Perú en 1929, en donde se dedicaba al comercio.

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Es una foto muy pequeña, en donde casi no se distingue claramente el rostro, pero en ella aparece Kamado vistiendo aparentemente un mandil y portando un lapicero en la oreja.

Al parecer, Kamado fue retratado trabajando y seguramente no merecía la pena mostrar el lugar, porque la foto fue recortada, conservando únicamente su imagen y perdiéndose en el olvido el resto (tal vez, aparecían los compañeros de trabajo o amigos, o el lugar mismo). 

Si la foto hubiera sido conservada completa, nosotros, sus descendientes, podíamos haber conocido un poco más sobre sus primeros años en el Perú, cómo vivió o en donde trabajaba, es decir, hubiéramos podido conocer un poco más de la historia familiar, para así poder reconstruir nuestra historia

Junto con esta foto, también encontré una hoja escrita en portugués con fecha de 1975, en donde se detalla minuciosamente la historia de los antepasados de mi tío Sokuko y su papá Kamado, incluyendo a su abuelo y tíos, así como su llegada al Perú y Brasil desde Yonabaru (Okinawa). 

(PARA AGRANDAR LA IMAGEN HACER CLICK EN ELLA, VOLVER A HACER CLICK PARA REGRESAR AL TAMAÑO ORIGINAL)
Vista de una parte de la hoja encontrada junto con la foto.
Aquí aparece el extracto que me llamó la atención de toda la investigación personal realizada por Susumu Guibu (el autor de esta biografía), quien al parecer era un familiar que se comunicaba a través de cartas con mi tío Sokuko en Perú desde Brasil.


La biografía contiene fechas y nombres, lo que la hace completa y valiosa como historia familiar. Pero lo que me llamo más la atención, es la parte en donde menciona que "...la familia Guibu (así lo escribe), cuyo ideograma es 儀武, (...). Sin embargo, parecen existir algunas ramificaciones o subramificaciones internas, conocidas entre sí como Teera-Guibu (Teera-Jibú), Nahua-Guibu (Nahua-Jibú), etc. Si no me falla la memoria, perteneceríamos a la de Nahua-Guibu."

Hasta ahora no entiendo a qué se refiere con ramificaciones. Estuve  investigando en internet, tanto en español como en inglés, pero como no encontraba nada, busqué esta información también en  japonés (la búsqueda la realicé en katakana, porque al parecer es uchinaguchi, el término "teera" y "nahua"), pero hasta ahora no pude encontrar nada sobre estas ramificaciones. 

Al parecer, estas ramificaciones podrían referirse a subgrupos de una misma familia, pero hasta ahora, todo quedaría como hipótesis. Lamentablemente, en la biografía no se menciona ninguna fuente. Tendría mucha suerte si encontrara a alguien que pueda aclarar un poco este "misterio" (o tal vez, la suerte de este misterio es la de permanecer como tal). Nunca había escuchado sobre los términos "teera" y "nahua" ni mucho menos, acompañados del apellido Guibu (en la biografía aparece así, mientras que en los documentos que poseo, el apellido aparece como "Gibu", sin "u" intermedia). 

Hasta ahora pensaba que la historia ya está hecha y los cambios solo se ven en el presente (o en el futuro). Pero, a veces, podemos encontrar algunas sorpresas que pueden hacer que la historia (y en este caso, la historia familiar) nunca termine de escribirse.  



------ACTUALIZACIÓN (21 DE JULIO DEL 2013)------

Dije anteriormente que "Tendría mucha suerte si encontrara a alguien que pueda aclarar un poco este "misterio", y mi deseo fue concedido. Después de la publicación del blog he recibido varios mensajes de algunos lectores (gracias a Marco Takaesu, a alekanashiro Agustín Kanashiro del blog Nada en Especial, a Tomas Arakaki y a Luca Guerra por la información que me enviaron y perdón si me olvido de alguien más, !mil gracias¡) y que me ayudaron a aclarar el misterio en torno a los términos "Teera" y "Nahua" (con referencia a "Teera-Guibu" y "Nahua Guibu"). 

"Teera" y "Nahua" son dos términos en uchinaguchi que, al principio, eran nuevos para mí, pero si se dice "Taira" y "Naha", la historia cambia completamente. "Teera" es la forma como se pronuncia en uchinaguchi este kanji 平良, que a su vez, se pronuncia como "Taira" en japonés; y lo mismo sucede con "Nahua" (o  también "Nawa" o "Nafa"), que corresponde al japonés "Naha", que se escribe así: 那覇.


(PARA AGRANDAR LA IMAGEN, HACER CLICK EN ELLA; VOLVER A HACER CLICK PARA REGRESAR AL TAMAÑO ORIGINAL)
Imagen tomada del libro 琉球人名地名辞典:Monographs on and Lists of Personal and Place Names in the Ryukyus, Shunzo Sakamaki
Foto de propiedad de George C. Baxley (www.baxleystamps.com)
Quise demostrar con estas dos imágenes que "Teera" (imagen izquierda) equivale a "Taira" (en japonés), mientras que "Nahua" (imagen derecha), aparece en esta postal como Nawa (otra forma de escritura para Naha, y que también puede transcribirse fonéticamente como Nafa, siendo "Nahua" la transcripción escogida por el familiar de mi tío para escribir esta casi "controvertida" biografía). Y como dice en la biografía, mi tío pertenecería al grupo de los Nahua-Guibu (o Naha-Gibu), es decir, la familia Gibu de Naha (una ciudad de Okinawa).

Al parecer, ante una familia numerosa, los Gibu decidieron colocar el pueblo de donde originariamente vinieron y así se subdividieron en dos "familias": los Gibu de Taira y los Gibu de Naha. Escritos de esta forma, hubiera sido más fácil entender a qué se refería con "ramificaciones" o "subramificaciones" en la biografía, pero de eso se trata la historia: reconstruir a partir de los orígenes (y con los materiales "originales": sea el idioma, costumbres, etc. que, a la luz de la modernidad, podrían adolecer de una supuesta "falta de lógica", como pasó en mi caso).

Esta característica que tenían los antiguos okinawenses (e incluso actualmente muchas personas, sean nikkei, unchinanchu o no, que aún continúan agregando "otro nombre" al nombre de una persona), era con el fin de identificarlos con más precisión. Así como el comentario de Tomas Arakaki (líneas abajo) menciona los casos en que se mencionaba "el ojisan de Limatambo", para poder identificar a una persona en especial entre tantos otros que comparten su mismo apellido. 

Aquí me hizo acordar las veces que mis tíos y oba decían: "el nisan del bazar" o sino, "Tsukazan de Cañete", o algo más "informal", como por ejemplo, "Pan-ya no Uehara", que significaba "Uehara de la Panadería", que era para referirse a un señor de apellido Uehara que había llegado hace poco al Perú y había abierto una bodega, pero como anteriormente había una panadería que era muy conocida por mis tíos, se quedó con este último, es decir, "de la Panadería" (la razón era sencilla, habían varios conocidos con el mismo apellido y no había otra forma de diferenciarlos; puesto que no era común usar los nombres propios o los segundos apellidos cuando se conversaba).

Aquí sacaría perfectamente a colación el tema del yago o yanaa, que no es necesario que escriba sobre este tema, puesto que existen dos buenos artículos que explican muy bien sobre el tema, y que se refiere a los nombres de casa que eran añadidos a los apellidos para identificar a una persona (de la misma manera como los ejemplos anteriores).
Todos los Nombres (parte I) (Por Marcelo G. Higa) (subtítulo: El Nombre de la Casa)

Vemos así, o más bien,  veo así, que lo que no encontramos en los libros, muchas veces lo encontramos en los recuerdos o en las experiencias vividas, que pueden guardar mucha información sobre nuestro pasado y por lo tanto, no deberían quedar en el olvido.


 





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