viernes, 5 de abril de 2019

Las Galletas Chaplin, ¿por qué decimos que tienen origen japonés? (fuentes escritas y orales)

Una de las versiones locales
Fuente: Picsweb
Duras, chiclosas cuando están frías, baratas y te quitan el hambre. Así son las galletas Chaplin. 

Pero por intereses comerciales, las recordamos más como producto peruano que japonés. Solo quedan la historia y los valiosos testimonios de sus descendientes y admiradores para confirmar que sí tienen origen japonés.

El primer indicio para afirmar que las galletas Chaplin tienen origen japonés son los senbei

Kawara senbei
Fuente: Taiko-en
El kawara senbei, que literalmente significa “galleta de arroz en forma de teja”, es un tipo de senbei que tiene como ingredientes: harina, azúcar, huevos y agua, como las galletas Chaplin. 
Su forma artesanal de preparación y su apariencia son muy similares a los kawara senbei de Japón. 




Video: Horneado artesanal de senbei


Sobre el origen de los kawara senbei, podemos mencionar 2 teorías. 
En una, se cuenta que una mujer usó dos kawara (tejas) para hornear masa de senbei (cuando los moldes de hierro aún no existían) y otra teoría habla de los antiguos templos, en donde se acostumbraba ofrecer senbei con forma de teja, con el fin de pedir donaciones para el techado del templo. 

Tsujiura senbei
Fuente: Pinterest
Pueden resultar cuestionables estos orígenes. Pero, los recuerdos que persisten sobre las Chaplin apuntarían a su origen indiscutiblemente japonés, no solo en Perú o en Japón. 
En los Estados Unidos, una similar historia ocurrió con otro tipo de senbei durante la preguerra: los tsujiura senbei. Estos senbei fueron popularizados por los japoneses en los Estados Unidos, pero fueron los chinos quienes aprovecharon en comercializarlos en sus restaurantes con el nombre de “galletas de la fortuna”, al ver que los japoneses dejaron de producirlas por la guerra. 
(¿Notan la similitud con la "guerra comercial" que hubo entre una fábrica peruana y la fábrica de origen japonés en el Perú? Mmmm).


Moldes de hierro
Fuente: Gary Ono via Smithsonian

Molde de hierro con logo
Fuente: Gary Ono via Smithsonian

Molde de hierro con iniciales
Fuente: Gary Ono via Smithsonian

En Japón, casi era una “marca registrada”. 
Charles Chaplin, el reconocido actor cómico a nivel mundial confesó: “Japón […] siempre ha estimulado mi imaginación. La tierra de las flores de cerezo, el crisantemo y su gente en kimonos de seda que vive entre porcelanas y mobiliario lacado […]”. 

Chaplin era un apasionado de Japón. En 1932, Chaplin viajó a Japón, en donde  también era un personaje muy popular. Incluso, había “Chaplines” japoneses (imitadores). Tanto niños como adultos quedaban encantados con sus comedias, que eran proyectados en los cinemas. Se cuenta que, prácticamente, los niños eran quienes vivían en los cinemas, consumiendo limonadas, caramelos, senbei y pan que ahí vendían (según declarara el sociólogo Yasunosuke Gonda en 1917). 
“Y si incluimos su imagen en estas galletas tan populares como son los senbei?”, a más de un comerciante se le habrá ocurrido (en Japón y también, en Perú).

Las primeras fábricas en Perú 
Año exacto, nadie recuerda. 
Pero hay una nota policial publicada en 1935 en el diario La Prensa, que relata la intervención a la fábrica de “galletas de estilo japonés” de Chosin Gaeku en el Callao, porque funcionaba en aparente clandestinidad. 

Según la nota, la policía incautó “una infinidad de bolsas, timbradas con signos japoneses y al centro [la inscripción] Ch. Gaeku”. También menciona a su socio Nakafodo Tacuzen, quien detalló que distribuían las galletas a “las pulperías y chinganas de Callao y Lima” de sus connacionales en latas, cada una a 3 soles.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, había japoneses que fabricaban galletas Chaplin en el Perú, de forma artesanal y en panaderías que tenían máquinas a carbón. Pero cuando estalló la guerra, dejaron de funcionar muchas de estas fábricas. Por aquella época, ya eran conocidos Nagatome, Gibu, Keitaro Asay, Kumataro “el Colorao” Hacegawa de Chiclayo y Sakuzo Takahashi (papá del reconocido compositor Luis Abelardo Takahashi) como fabricantes de galletas Chaplin. Pero Takeo Miyasato del Callao es recordado hasta ahora como si fuera el pionero. 

Quienes ahora nos contarán la historia vía Jiritsu, aquella que no encontramos fácilmente en los libros o el internet, serán sus hijos y nietos, los amigos del barrio y, en general, admiradores de las galletas Chaplin. 

“A ver, te cuento cómo era la fábrica” (testimonios) 
Fuente: GUIMA, Angélica y ZAKIMI, Mario. 
Guía Visual, Industrial, Comercial y Profesional de la Colonia Japonesa. Lima. 1980.
Cuando terminó la guerra, Takeo Miyasato abrió en el Callao su fábrica. 
“En el año 45, mi padre compró a la familia Nagatome sus máquinas a carbón y las llevó al Jr. Washington” (Hideo Miyasato). 

Norma y Hugo Uchima Senaga son hermanos e hijos de Yasuhiro Uchima, quien fabricara los recordados somen “Uchima”. Eran vecinos de la fábrica de Miyasato, que “estaba a unas 5 ó 6 puertas más abajo de la casa”. 

Hugo recuerda que había un gran círculo de cemento en la fábrica. 

“Era la máquina a carbón y usaba moldes de metal con tapa. De los 4 huecos que tenía, salía la candela y encima, se colocaban los moldes. Echaban un poquito de masa en cada molde, lo cerraban y dejaban que dore por ambos lados; como si fuera una waflera”.



Su descripción coincide con la forma artesanal de preparar los kawara senbei en Japón (como vimos en el vídeo anterior).

Hugo Ikehara Yamada también recuerda la fábrica, en donde compraba las Chaplin ni bien salía de gakko. 

“En mancha, íbamos a comprar a la fábrica porque éramos conocido, ya que hijos estudiaban con nosotros en Minato Gakuen”.


Alberto Teodoro Aquino estudió en el colegio “Dos de Mayo” en los años 60 y recuerda:

“Por una miseria de dinero, la fábrica nos vendían el sobrante partido de galletas, frescas y calientes”.



Y hasta frías, también eran pedidas las Chaplin. 

Norma Uchima recuerda: 

“Como eran las sobras, a nosotros nos regalaban las Chaplin porque ya estaban blandas”.

Con las sobras, Norma y sus hermanitos solía venderlas a los vecinos del barrio, sentaditos en la calle. 

Hansey Yamashiro recuerda “al ojisan Chaplin y su inconfundible sellito”. 

Al igual que Juan Kazuo Fujimoto, quien también recuerda el “bigotito”,  y quien además añade: 

“Según mi mamá, quien aparecía en las galletas no era Chaplin, sino el rostro del japonés que las fabricaba en el Callao y que tenía ese mismo bigotito”.

Pero es Hideo Miyasato, el hijo del propio Takeo Miyasato, quien termina por aclarar la confusión: 

“El del sellito sí era Chaplin. Era coincidencia que tanto mi padre como yo usáramos también bigote por esos años”.

En los años 50, Takeo viaja a Osaka y adquiere maquinaria eléctrica, pasando de la fabricación artesanal a la industrial de las Chaplin. Luego, pasa el mando a su hijo Hideo. Se mudaron, de la calle Washington al jirón California, dentro del mismo Callao.

Además de los Miyasato, también operó la fábrica de los Inamine, también en el Callao. 

“Mi padre Seizen y mi abuelo Seiko Inamine tenían una pequeña fábrica que hacía galletas Chaplin y otras golosinas artesanales. Según me contó mi padre, las planchitas de las galletas con la cara de Chaplin venían desde Japón”.

Este es el recuerdo de Juan Haruo Inamine, fundador del recordado Centro Nikkei de Estudios Superiores (CNES). 

Pero cuando Lima fue sacudida por el terremoto de 1940, los Inamine perdieron la fábrica. Una década después, su padre abre una tienda mayorista de abarrotes en La Victoria. Con su camioneta, 

“Seizen vendía y repartía las galletas Chaplin a las bodegas de los japoneses".

Mary Higa de Chinen también recuerda a las bodegas que vendían Chaplines al peso. Mary ayudaba en la bodega que sus padres tenían en el Rímac. 

“Según mi mamá, las galletas venían al principio en envase de lata. Luego, vino el exhibidor de vidrio con tapa de plástico”.

Para los años 90, la fábrica Miyasato dejó de funcionar por la crisis económica. 
A pesar de no ser los verdaderos pioneros (no se sabe exactamente quién fue el que comenzó su fabricación en el Perú), los Miyasato son recordados como si lo hubieran sido. 

Hideo recuerda cómo fueron esos años: 

“Como dejó de ser artesanal, las galletas Chaplin ya no solo se vendían dentro de la colectividad japonesa, sino que llegaron también a las bodegas, supermercados como Galax y Monterrey y también provincias”.

Con el tiempo, aparecieron otras marcas locales, pero la que caló hondo en nuestra memoria ha sido las Chaplin de los Miyasato. 
Sin duda alguna, las galletas Chaplin deberían ser recordadas por todos como un emprendimiento que nació en nuestra colectividad. 


FUENTES: 
MATSUDA, Samuel (2014) “Andando 75 años por los caminos del Perú”.
FUKUMOTO, Mary (1997) “Hacia un nuevo sol”.
ROCCA TORRES, Luis (1997) “Japoneses Bajo el Sol de Lambayeque”. 
LUSAS, Edmund y ROONEY, Lloyd (2001) “Snack Foods Processing”.
YEH, Cedric S. y SANEFUJI, Noriko (2010) “Origins of a fortune cookie” para National Museum of American History
HAROOTUNIAN, Harry. (2011) “Overcome by Modernity: History, Culture, and Community in Interwar Japan”.
Diario La Prensa. Lima. Jueves, 4 de julio de 1935.
Diario Peru Shimpo. Lima. Jueves, 18 de octubre de 2012. 
Blog Jiritsu. 

AGRADECIMIENTOS: 
Andrés Hideo Miyasato 
Juan Haruo Inamine
Norma y Hugo Uchima Senaga
Hugo Ikehara Yamada
Hansey Yamashiro
Juan Kazuo Fujimoto
Mary Higa de Chinen
Alberto Teodoro Aquino

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