viernes, 15 de septiembre de 2017

FUURUNUGAMI, EL DIOS DEL BAÑO DE OKINAWA

Okinawa convivía en armonía con la naturaleza. Los okinawenses reconocían la gran influencia y poder que tenía en sus vidas, ya sea castigándolos con desastres naturales o recompensándolos con abundantes cosechas.[1] 
Creían que todo lo que existía en la naturaleza tenía esencia divina y, por lo tanto, tenían que mostrar respeto y agradecimiento.[1]

Esta adoración también se practicaba en el hogar, en donde cada ambiente tenía su propio dios. Incluso, la adoración de algunos de estos dioses llegó al Perú junto con los primeros inmigrantes okinawenses. Por costumbre y/o superstición, la adoración sobrevivió con el tiempo y algunas generaciones continuaron venerándolos en casa, aunque desconociendo su origen.

En un post anterior mencioné al Hinukan (o dios del fuego en uchinaaguchi)(*), contándoles el origen de su adoración. Esta vez, quisiera hacerlo con el Fuurunugan (o Fuurugami o dios del baño en uchinaaguchi). 
En mi casa nunca mencionaron a estos dioses ni mucho menos, nos dijeron que teníamos que venerarlos. Lo único que recuerdo era que mi oba decía que teníamos que mantener el baño limpio (quizás por cuestiones de Feng Shui).

Antiguamente en Okinawa, el baño se llamaba fuuru フール (furu フル o fudu フドウ en uchinaaguchi)[2], pero tenía cierta particularidad. 
Era una construcción situada fuera de la casa y que conectaba el chiquero con la letrina. Si describo cómo funcionaba exactamente, seguramente podría incomodar a algunos. 
Así que, para no entrar en detalles, solo les puedo decir que era una construcción en donde los cerdos estaban ubicados en la parte baja. Ahí recibían su alimento. 


En la parte alta, estaba el tuushi トゥーシ o tuushinumii トゥーシヌミー, que era parte de la letrina. Era un agujero en donde las personas se sentaban en cuclillas. Los residuos caían a través de este tuushi hacia el fuuru. Mejor, aquí comparto con ustedes una ilustración muy sutil.

Estos fuuru tenían una doble función: como letrina para las personas (fuuru) y para los cerdos (fuurya フーリャ, uwaafuuru ウヮーフール o waafuuru ワーフール, literalmente, "baño de cerdos" en uchinaaguchi)[3]. 
Hasta la época de preguerra, no existía propiamente un sistema de desagüe y las letrinas eran precarias construcciones sanitarias. Incluso, se plantaban árboles alrededor para usar sus hojas como papel higiénico.[4]

Como fertilizante, era común utilizar los desechos humanos (heces) y, también, era parte de la alimentación de los cerdos, no solo en Okinawa, sino en diversas partes de Asia. Esta era una realidad común hasta la época de preguerra, en donde abundaban más los prejuicios que los conocimientos y tecnología. 

Incluso, algunos recuerdan una realidad similar aquí mismo en Lima. Cuentan que los chinos compraban los desechos humanos. Con palo en mano y unas latas, iban a los callejones. El palo servía para medir y la lata, como recipiente. Según la cantidad que indicara el palito, pagaban por los desechos. En la Lima de aquella época, con un sistema de desagüe precario y chacras por doquier, la recolección de “guano” humano habría sido quizás un buen negocio. Seguramente, revendían estos desechos a las chacras, con un costo inferior al guano. Aunque no haya fechas exactas, hay recuerdos que quedan como testimonios orales.[5]

De este modo (y volviendo a Okinawa), los desechos orgánicos eran usados como fertilizantes o abono. Así fue cómo se le relacionó con la fertilidad, de los campos y las personas. El fuuru se convirtió, entonces, en la morada del Fuurunugami o dios del baño.

Se cree que el Fuurunugami escucha los pedidos (gwan) que uno hace para el hogar, por protección y salud. También se recurre al Fuurunugami cuando uno pierde el alma (mabui). Se cree que cuando uno se asusta, el alma sale del cuerpo. Para recuperarlo, hay que llamar al alma en el lugar en donde se ha asustado mediante el ritual mabuigumi. Pero si no se sabe en dónde lo ha perdido, hay que realizar el mabuigumi en el baño y recurrir al Fuurunugami que, por ser un dios de menor rango, sabe en dónde está el mabui perdido e informará a los espíritus familiares que lo traerán de vuelta).[6]
(Según lo que recuerdo de mi oba y lo que he escuchado, el mabuigumi se realiza repitiendo una frase "mabuya, mabuya, uchikumisoré", en donde se pide que el alma regrese). 

La vida rural de la antigua Okinawa, rodeada de naturaleza, influía en sus creencias religiosas. Con el tiempo, muchas de estas creencias han desaparecido. Por la modernidad, por ejemplo, en Okinawa ya no existe el dios para los fabricantes de redes, cuyo oficio ha desaparecido ante la aparición de las redes manufacturadas.[7]

La adoración del Fuurunugami ha quedado, en la actualidad, como una costumbre de “viejos”. 

En el 2010 salió una canción que así parece demostrarlo. “Toire no Kamisama” es una canción en donde su autora, Kana Uemura, recuerda a su oba con una de sus creencias, que era Toire no Kamisama o la deidad del baño. Más que una creencia, es un recuerdo a la memoria de su oba.

Realmente, existen muchas costumbres y creencias que no deberíamos perder, puesto que conservan la esencia de nuestros abuelos, como las recetas de familia, el idioma o las costumbres de familia. Pero también existen creencias religiosas que, si no sabemos su origen ni su significado, podemos convertirlas en simples costumbres sin sentido o degenerarlas con el tiempo. 

Sobre los fuuru, aun podemos encontrarlos en Okinawa como prueba de su existencia.
Aproximadamente hasta el año de 1916, se construyeron fuuru en Okinawa. Pero por cuestiones sanitarias, las autoridades prohibieron su uso y construcción. Por ello, en ese año se destruyeron los tuushii (agujeros)[5].
Aunque la guerra (1945) destruyó gran parte de Okinawa, quedaron en pie algunos fuuru.
Hechos de piedra, su presencia destaca más que su función original.


FUENTES:
[1] KINJO, Sawako. The Japanese and Okinawan American Communities and Shintoism in Hawaii: Through the Case of Izumo Taishakyo Mission of Hawaii. (Thesis). 2012. Pág. 80.

[2] http://blog.goo.ne.jp/ks0421tm/e/78655bf7a0680201bfff2525ea8c4321

[3] http://takara.ne.jp/oroku/wafuru.html

[4] HIGA, Tomiko (traducción al español de Jorge Oshiro Higa). La niña con la bandera blanca. Pág. 10.

[5] MUNICIPALIDAD DE LIMA. Barrios Altos. Tradiciones Orales. Lima. 1998. Págs. 75 y 80.

[6] Scientific Investigations in the Ryūkyū Islands (SIRI) Report. Issue 8 of Scientific Investigations in the Ryūkyū Islands, National Research Council (U.S.). Pacific Science Board.

[7] KINJO, Sawako. Ibídem. Pág. 79

[8] http://takara.ne.jp/oroku/wafuru.html

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(*) Post publicado en el Facebook de Jiritsu el 20 de agosto de 2017: Tres piedras y fuego: el origen del Hinukan

IMÁGENES: 
http://takara.ne.jp/oroku/wafuru.html 
http://artlink.ti-da.net/e2997589.html

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