miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Saludo que Tanto Esperaba Cuando era Pequeña (un pequeño recuerdo)

“¿Ya la saludaste?, fue lo que me preguntó mi mamá cuando estábamos caminando por la calle. Volteé a mirar pero no había nadie, al menos nadie conocido. ¿A quién se estaba refiriendo mi mamá? “¿No habías visto a esa nesan?” fue lo que me dijo para referirse a una señora nikkei que pasó por nuestro lado haciendo una ligera inclinación con la cabeza, como si estuviera saludando.

Y no es la primera vez que mi mamá me dice lo mismo, el de saludar a una desconocida, sino que ya son varias veces que sucede lo mismo. Por mi casa viven varias familias nikkei: al frente, en la otra cuadra, a la vuelta y en las otras cuadras, por lo que es común encontrarme con varios nikkei en la calle y a quienes mi mamá pretende que los salude sin siquiera conocerlos.

Aunque pasen los años, esa es una costumbre que mi mamá tiene y que aún me sigue repitiendo como si todavía fuera una niña pequeña. Ella siempre me decía que cuando me encuentre con cualquier nikkei por las calles, tengo que saludar con una ligera reverencia de cabeza, aún si es un completo desconocido.

“Así debe ser, porque no hay muchos nikkei por aquí”, era lo que me decía mi mamá cuando aún vivíamos en Lima, en unas calles en donde muy raras veces uno podía encontrarse con algún nikkei.

(PARA AGRANDAR LA FOTO, HACER CLICK SOBRE ELLA. VOLVER A HACER CLICK PARA REGRESAR AL TAMAÑO ORIGINAL)
Mi oba (la que está mirando a la cámara) junto con una amiga en un paseo a Churín (Año: 1968)
Con esta justificación, mi mamá quería establecer nuevas amistades, aunque sea "de pasada", con alguna nesan o nisan. Lo mismo pasaba con mi oba. Ella acostumbraba a saludar con esa ligera inclinación de cabeza y una sonrisa que tímidamente se dibujaba en su rostro al encontrarse con otra nesan entre las calles limeñas. Mi mamá siguió el ejemplo de mi oba, pero yo no. Si mi oba estuviera viva, pensaría que soy algo rebelde, pero más que rebeldía por no seguir las costumbres, creo que más bien es por adaptación: los tiempos han cambiado y ya no es lo mismo. 

No suelo saludar a gente desconocida, pero sí a los amigos y conocidos, aunque muchas veces, me he encontrado con amigos que tienen que pasarme la voz, porque ya varias veces paso sin saludarlos. A veces, ando despistada o no recuerdo las caras o a veces se me “olvida” ponerme los lentes por las mañanas muy temprano y sin ellos, realmente no veo nada (desde pequeña he usado todo tipo de lentes, pero al final, me quedé con los de contacto; aunque a veces da flojera limpiar y colocarme los lentes todas las mañanas). 
Pero, por lo general, saludo a mis amigos y conocidos. A los extraños, aunque sean nikkei, no mucho, o casi nunca.

El saludo, más que una cortesía, es una forma de afianzar los lazos que tenemos con los amigos y hasta con nuestros propios familiares. Recuerdo que en mi casa, nunca nos saludábamos cuando alguien llegaba a casa. Simplemente decían “ya”, en el sentido “abreviado” de “ya...llegué a casa”. Nunca he escuchado que digan el "tadaima" ni mucho menos el "okaeri", ni siquiera de mi oba. Creo que es una costumbre que la hemos aprendido “tácitamente” de nuestros oji y oba y luego, de nuestros papás. 

Mi mamá recuerda que mi oba pasaba la mayor parte del tiempo trabajando en el cafetín y casi no tenía tiempo para dedicarles a mi mamá o a mis tíos cuando eran pequeños, por lo que los momentos que pasaban juntos eran muy escasos. Y como si fuese un deja-vú, recuerdo que mi mamá también pasaba más tiempo trabajando en el cafetín que en la casa, al igual que mi oba. Seguro que será esa la razón por la que solo nos saludaban con un "ya" al llegar a casa, porque el cansancio solo les provocaba irse a sentarse con nosotros a comer y a dejar de lado las simples formalidades de un "tadaima"(*) o un "okaerinasai"(**) que no significaban mucho para nosotros. 

La que estaba más contenta por ver que mi mamá regresara del cafetín era yo. Muchas veces me quedaba despierta hasta las 8 ó 9 de la noche,  aunque a veces el sueño me ganaba, porque quería escuchar que la puerta se abría para ver a mi mamá diciéndome "ya" y preguntándome si había comido o qué había hecho en el colegio. Para mí, ese "ya" era el saludo que quería escuchar. Ese "ya" significaba que mi mamá ya estaba de vuelta a casa.

Como dicen, los tiempos cambian. Si bien no sigo al pie de la letra la tradición "familiar" de trabajar por largas horas fuera de la casa, más bien, trabajo dentro de ella; aunque fue una decisión más que una opción. Así, puedo pasar más tiempo con mi mamá, quien ya tiene una edad prudente como para no quedarse sola en casa. Y cuando termino de trabajar (de traducir), bajo a la sala en donde mayormente pasa las tardes mi mamá mirando la televisión o leyendo el periódico y le digo "ya" y ella me entiende. "Ya" sabe que es la hora del lonche y nos sentamos a comer. Y "ya" se nos ha hecho como una costumbre, que la comenzó mi oba y aún la seguimos. Como ven, hay algunas costumbres de familia que siempre quedan.

(*) tadaima = significa en japonés, "estoy de vuelta"
(**) okaerinasai=significa en japonés, "bienvenido (a casa)" (es la respuesta a "tadaima")

2 comentarios:

  1. Paul Nakamurakare26 septiembre, 2013 19:51

    Tu recuerdo me hace extrañar los míos de la infancia, cuando regresaba del colegio y siempre decía 'Tadaima', y mis padres y Ollí respondían 'Okaeri'. Incluso cuando toda la familia regresábamos de la calle a nuestra casa vacía y todos decíamos por su cuenta: 'Tadaima' y nosotros mismos nos respondíamos: 'Tadaima'. Qué nostalgia!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Paul, hay muchas tradiciones que ya se están perdiendo, algunas tan simples como el saludo que nos enseñaron nuestros abuelos

      Eliminar

LA SANBASAN (PARTERA) "MÁS FAMOSA" EN LA LIMA DE LA PREGUERRA: LA SANBASAN TOKESHI

La foto que muestro fue tomada el 27 de febrero de 1930.  Es una vista del patio de Lima Nikko en una ocasión especial.  En ese día, hubo un...