domingo, 18 de noviembre de 2018

De este pozo, salía el agua de la vida... y de la muerte

La imagen que comparto me hizo recordar al pozo de El Aro. ¿Se acuerdan? 

Pero es un sudimizugaa [1] (o sudimijigaa, literalmente “pozo de agua de rejuvenecimiento” en uchinaaguchi), un pozo sagrado en Okinawa en donde antiguamente se sacaba el agua para atraer la juventud. 

Los okinawenses creían que el mundo estaba habitado por innumerables espíritus supernaturales y sagrados (Kami). [2] Por su naturaleza animística, existen diversos lugares sagrados en Okinawa. Cerca de los Utaki o bosques sagrados en donde se veneran a los dioses y ancestros, podemos encontrar pozos sagrados (Kaa). [3] 

Antiguamente se adoraba a diversos elementos de la naturaleza, como el agua. El agua tenía una gran importancia para los okinawenses porque era la fuente de vida, la que saciaba su sed y alimentaba a sus cultivos y animales. En estos pozos se rezaba al espíritu del agua para que cuide de los ancestros y para pedir salud y prosperidad a la familia. [2] 

Estas creencias formaron parte de su vida diaria. Cuando nacía un bebé, la familia sacaba agua de un sudimizugaa o un pozo sagrado cercano y la usaba para bañar al bebé. [3] Era el Shijimizu o “agua que trae juventud”. Cuando la persona muere, por el contrario, se le mojaba sus labios con el shinimizu o “agua que trae muerte”. 

En la actualidad, aún se sigue realizando esta práctica como parte de los ritos funerarios. 

Existe una leyenda de la isla de Miyako que cuenta el origen del agua que trae la vida y la muerte. 

Cuando los primeros hombres habitaban la isla de Miyako, el sol y la luna enviaron a Akariyazagama a la tierra para dar a los hombres el elíxir de la inmortalidad. Descendió de los cielos con dos baldes, uno con el agua de la inmortalidad y el otro, con el agua de la mortalidad. Tenía que bañar a los hombres con el agua de la inmortalidad y a la serpiente con el agua de la mortalidad, según las órdenes del sol y la luna.  Cansado por el viaje, Akariyazagama dejó los baldes a un lado del camino. De repente, apareció una gran serpiente que se bañó en el agua de la vida o inmortalidad. Para los hombres, solo quedó el agua de la muerte. 

Por este descuido, se dice que las serpientes son “inmortales” literalmente, porque pueden mudar de piel. 

Como un consuelo para los hombres, se cuenta que los dioses enviaron el wakamizu (agua de la juventud), el cual se acostumbra a tomarlo en la mañana del primer día del nuevo año.[4] 


FUENTES: 
[1] Imagen tomada de la web Aritearu. Originalmente publicada en el libro: MATSUI, Tomo. Okinawa no uchuzo: Ikemajima ni Nihon no kosumoroji no genkei o saguru. Japón. Yosensha. Pág. 85. 

[2] NAKASONE, Ronald (editor). Okinawan Diaspora. University of Hawaii Press. Pág. 151. 

[3] CHILSON, Clark y KNECHT, Peter (editors). Shamans in Asia. Routledge, 2003. Pág. 131. 


(Post publicado originalmente en el Facebook de Jiritsu, el 3 de septiembre de 2017).

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