Mientras estaba avanzando un artículo, me acordé del sueño que tuve con mi mamá.
¡Cuánto la extraño!
"Ya no tienes con quién pelear, seguro", me hubiera dicho.
Ni para pelear ni para preguntarle por un consejo. Físicamente, ya no está conmigo.
Pero cuando estaba, solíamos discutir.
Éramos muy distintas en carácter: yo decía las cosas abiertamente y ella no ("interpreta mi silencio y mis acciones").
Entre la frustración del momento, siempre se me salía: "¡Tu no me entiendes! Yo tengo que hacer cosas que tu nunca has hecho cuando tenías mi edad" y terminaba llorando. Mi mamá se acercaba a abrazarme, en silencio.
Parece como si los papeles se hubieran invertido, en donde yo era la mamá y ella, la hija.
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Más o menos a los 20 , comencé a trabajar y lo hice en un país extraño. Aprendí a vivir sola, a manejar mi presupuesto y a pensar en los demás (mandaba remesas a casa).
Terminé la universidad tarde, entre cambios de carrera y de universidad por buscar la opción más económica (mi hermano era quien me pagaba los estudios y luego, yo me los costeaba, trabajando en Nihon y haciendo part-time en Lima cuando regresé).
En cambio, mi mamá comenzó a trabajar cuando mi papá falleció y lo hizo en la tienda de oba (antes, no era necesario que ella trabajara).
Creo mi mamá tenía en esa época un poco más de 50 años.
Cuando me tocó cuidar a mi mamá, yo tenía 30 años. También tuve que cuidar a mi tía, su hermana mayor, mientras combinaba mi trabajo y la casa.
Mi mamá empezó a cuidar a oba cuando ya pasaba los 50 y contaba con la ayuda de su hermana.
Cosas como estas, yo las hacía recordar a mi mamá cuando discutíamos.
"Ahora sí te entiendo", me decía.
Y aunque discutíamos, siempre necesitaba abrazarla.
Al final, me di cuenta de que yo no estaba molesta con ella, sino con el destino.
"¿Por qué no terminaste gakko?", "¿por qué no aprovecharon que oba tenía okane para abrir más tiendas?" y muchos "por qué" que mi mamá no sabía como responderme.
"Si hubieras hecho eso, yo hubiera terminado rápido la universidad, no hubiera tenido que ir a Nihon", etc. etc. etc.
Eran muchas frustraciones que yo tenía en esa época.
Pero eran otras épocas, otra mentalidad.
"No quiero ser como mi oba", es lo que siempre le digo a mi novio ahora.
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Mi oba era muy engreidora, pero el cariño lo demostraba con cosas materiales y nunca decía "no". "¿Quieres esto? Toma".
Era como si mi oba no quería que nadie sufriera como ella. "Que no falte nada".
Incluso, compartía el okane que recibía de la indemnización por la guerra, entre sus hijas y yernos.
Y por eso, en los 80, apenas sentíamos la crisis. Si faltaba okane, oba tenía.
Creo que todos dependíamos de ella, sin darnos cuenta y solo nos preocupábamos del presente.
Nunca pensaron en expandir el negocio familiar o invertir en el futuro, etc.
Para mi oba, era como si sus hijas y yernos seguían siendo sus "niños".
"Cuando se puede, se hace", me hubiera dicho.
Pero, realmente, ¿eso funciona?
Quienes sufrimos con las consecuencias de que oba fuera "mamá gallina", fuimos nosotros, los nietos, porque la suerte de oba no duraría para siempre.
Y eso, parece que oba no sabía o no quería darse cuenta.
Cuando oba falleció, todo acabó: el negocio familiar, la indemnización, la presencia misma de oba en un hogar marcado por un profundo matriarcado (en donde oba siempre tenía la última palabra).
Los nietos tuvimos que viajar a Nihon para ayudar a la casa y buscar un futuro (en ese orden de urgencia). Otros primos también viajaron, pero como seguían con la idea de "mamá gallina", no lograron crecer como personas.
Ya los años pasan, pero no siempre en vano.
Hasta ahora recuerdo a mi mamá trabajando en la tienda, cuando ya era viuda. Aunque aún contaba con el apoyo económico de oba, nadie podía quitarle el cansancio y la pena que tenía por papá, a quien nunca dejó de extrañar.
Durante muchos años, dejó de comprarse ropa para ella, por darnos todo a nosotros.
Creo que era muy difícil, sobre todo para una mujer que siempre estaba a la moda y tenía un próspero negocio familiar y no era necesario que ella trabajara.
Pero la suerte es así, cambia de la noche a la mañana.
Y es más ruin, si uno no está preparado para el cambio.
Por eso, siempre le digo a mi novio. "No quiero ser como mi oba. Cuando tengamos hijos, no hay que darles todo, aunque tengamos. Que sepan que todo se obtiene con esfuerzo".
Aunque siempre con una pequeña ayuda (sin llegar a ser "mano abierta").
En esta foto, están mi mamá y mi oba.
Lima, 17 de enero de 1949.
(Post publicado originalmente en el Facebook de Jiritsu el 25 de febrero de 2019).
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