domingo, 15 de abril de 2018

Cuando los hogares tienen fecha de vencimiento en Japón

Lima aún continúa con el boom inmobiliario que comenzó hace casi una década atrás. Con carteles de “se vende” o “se alquila”, encontramos casas viejas o departamentos de estreno por todas partes. Ante la falta de oferta, Lima incluso se está llenando de edificios que se levantan de la noche a la mañana. 

Diario Peru Shimpo, 13 de abril 2018
Por otro lado, Japón ya pasó por una experiencia similar. En la actualidad, los precios de los terrenos en Japón han comenzado a subir. Aunque este aumento no es significativo, refleja un futuro optimista para el sector: el precio de los terrenos comerciales en todo Japón subió un promedio de 1.9% el año pasado, mientras que para los terrenos residenciales fue de un 0.3% . Por primera vez después de 26 años, comenzaron a subir los precios de los terrenos fuera de las grandes urbes como Tokyo, Nagoya y Osaka. Esto se debe principalmente al creciente número de extranjeros que visitan Japón cada año y que en el 2017 alcanzó su cifra más alta: 28.7 millones. Para este 2020, en donde Tokyo será la sede de los Juegos Olímpicos, Japón prevé duplicar esa cifra en 40 millones. Los preparativos ya han comenzado con la construcción de rascacielos, hoteles, instalaciones y servicios y con ello, la demanda de terrenos aumenta. 

Prácticamente, la presencia de extranjeros estaría revitalizando el sector inmobiliario en Japón. Pero el “boom inmobiliario” de Perú contrasta con el que se vive en Japón. Mientras que en Perú existe una falta de oferta inmobiliaria, en Japón abundan las propiedades abandonadas (akiya). 

Se construyen nuevas casas, pero se abandonan otras 
Japón es un país de longevos, en donde las “muertes solitarias” reflejan una realidad preocupante. Muchos ancianos mueren en soledad, porque no tienen descendientes directos o si los tienen, apenas tienen contacto con ellos. Cuando fallecen, sus hogares pasan a ser propiedades, en muchos casos, no reclamadas, convirtiéndose en viviendas abandonadas o akiya durante décadas. 

Las “muertes solitarias” son solo la punta del icerbeg de este problema. En el 2017, por ejemplo, los akiya representaban cerca del 11% de la superficie de Japón (41 000 km2), mayormente ubicados en las regiones rurales . Existen diversas razones, estrechamente relacionadas entre sí, por las que las viviendas japonesas pierden a sus ocupantes: las migraciones que ocurren del campo a la ciudad (en donde los hijos dejan sus hogares de origen) o la falta de interés o recursos para regularizar la situación de la propiedad por parte de los herederos (quienes en su mayoría ya poseen un lugar para vivir en el momento que heredaron la propiedad de sus padres). En cualquier caso, resultaría más rentable abandonar una propiedad heredada que venderla. 

Aunque la teoría afirma que cuando el suelo es escaso, los precios aumentan el valor del terreno y de la infraestructura, esto no se cumple en la práctica. Lo que realmente debe entenderse es que el precio del terreno se fija a partir del precio del inmueble que pueda construirse en él . En esto tiene que ver mucho con la idiosincrasia japonesa. 

En Japón, las viviendas están hechas para durar… solo 30 años. Resulta paradójico creer que un país desarrollado, que tiene el concepto de “mottainai” y del reuso y reciclaje, pueda seguir el principio del “scrap and build” (destruir y construir), en donde las viviendas serían descartables. 

El principio del “scrap and build” nació, prácticamente, del crecimiento urbano acelerado, en donde urgían viviendas para una sociedad que quedó devastada por la guerra; prevaleciendo la cantidad sobre la calidad. Pero con el tiempo, los sistemas y técnicas de construcción han mejorado y se han actualizado, debido a la naturaleza misma de Japón, en donde sus viviendas se ven afectadas constantemente por tsunamis y terremotos. Cada 10 años, caducan las regulaciones de construcción japonesas y muchos optan por construir nuevas edificaciones antes que renovarlas . Además, por las creencias animistas propias de Japón, muchos japoneses evitan las viviendas en donde hayan ocurrido anteriormente algún homicidio o suicidio, conocidas como “viviendas estigmatizadas” o wakeari bukken. Por todo esto, las viviendas de segunda mano resultarían poco atractivas para los posibles compradores. En el 2017, el 90% de las casas vendidas en Japón eran de estreno y apenas un 10% eran de segundo uso; contrastando con lo que ocurre en occidente, en donde es lo contrario. 

A pesar de que Japón es un país longevo y que por la contracción demográfica (hay más fallecimientos que nacimientos) disminuye su población, esto no ha afectado a la construcción de nuevas viviendas. Aunque el “scrap and build” afecta positivamente a ciertos sectores (construcción e inmobiliario), podemos ver sus consecuencias en la actualidad: propiedades abandonas en Japón y desde el punto de vista ecológico, se producen más desechos provenientes de la demolición. 

Consciente de esta situación, Japón ha comenzado a replantear sus políticas y ha adoptado ciertas medidas para aumentar la venta de las propiedades de segunda mano. Para comenzar, se ha dispuesto que los agentes inmobiliarios faciliten toda la información disponible sobre las casas de segunda mano a los futuros compradores, incluyendo los resultados de cualquier inspección realizada, a fin de evitar ambigüedades sobre la propiedad. Otra propuesta que se plantea es la reducción de los impuestos relacionados con la adquisición de una vivienda de segunda mano (alcabala en el Perú) así como ofrecer mayores facilidades al solicitar préstamos bancarios. Con todos estos incentivos, lo que se quiere conseguir es impulsar la compraventa de viviendas usadas. 

No podemos negar que a través del principio del “scrap and build”, las ciudades de Japón han crecido visualmente para Occidente. Como su infraestructura está en constante cambio, Japón contrasta con la realidad de muchas ciudades en Latinoamérica, que adolece de viviendas precarias o tugurizadas por varias generaciones ante el aparente desinterés de las autoridades locales. Pero para Japón, ya es momento de replantear este principio, sobre todo si se aplica en una sociedad que ha crecido en infraestructura, pero no en habitantes.

FUENTES:

Reuters (2018)
The Economist (2018)
GARCÍA MONTALVO, José (2007). Algunas consideraciones sobre el problema de la vivienda en España.
Elisabeth Braw-The Guardian (2014)

(Artículo originalmente publicado en el diario Peru Shimpo el día 13 de abril de 2018)

TAKAYAMA UKON: EL BEATO QUE SE ACERCÓ AL CRISTIANISMO A TRAVÉS DEL CHADÓ

Ha pasado poco más de un año (febrero 2017) desde la beatificación de Justo Takayama Ukon y su nombre apenas resuena entre los fieles católicos nikkei. No ha hecho milagros, pero su propia vida refleja un ejemplo de fe en medio de las adversidades, persecuciones y exilio. Aunque es conocido como el “samurái de Cristo”, Takayama Ukon reemplazó su espada por la fe. Como ferviente practicante, dio un significado espiritual al chadō (ceremonia del té), el cual facilitó su acercamiento al cristianismo de Occidente. 

En plena época de enfrentamientos entre daimios (señores feudales) por el poder político de Japón, nació Takayama Ukon (Hikogorō Shigetomo) en 1552 en la antigua provincia de Settsu (actual parte sureste de Hyogo y norte de Osaka). El padre de Ukon, Takayama Tomoteru, era daimio del castillo de Sawa (actual Nara), en donde vivía junto con su familia. En 1564 se reunió con el jesuita Ryosai Lorenzo para debatir sobre religión. La exposición del jesuita fue tan consistente, que Tomoteru terminó aceptando el cristianismo y pidió el bautizo junto con su familia. Tomoteru adoptó el nombre cristiano de Dario y su hijo Ukon, Justo, quien en ese entonces tenía 12 años. Había transcurrido 14 años desde la llegada de San Francisco Javier y el cristianismo al Japón.

Artículo publicado en el diario Peru Shimpo (marzo 2018)
A pesar de ser kirishitan samurai (samurai de fe cristiana), padre e hijo continuaron sirviendo al daimio, teniendo la libertad de practicar y difundir su fe. Sirvió a los daimios Oda Nobunaga y Hideyoshi Toyotomi, dos de los grandes unificadores de Japón del siglo XVI. Por propios méritos, Takayama Ukon recibió de Oda Nobunaga el castillo y feudo de Takatsuki (Osaka). Se destacó por su capacidad para liderar y administrar. Pero a la par, siempre lo acompañaba su profunda fe religiosa. 

Cuando Ukon se convirtió en el daimio de Takatsuki, construyó una iglesia y un seminario en el centro de su territorio. En 1576, apoyó al padre Gnecchi-Soldo Organtino en la construcción de la primera iglesia cristiana en Kyoto: Nossa Senhora da Assunção (conocida como Nanbanji o el templo de los bárbaros del sur). De esta iglesia, solo queda la campana como recuerdo. Fue destruida en 1588 tras el edicto de Toyotomi Hideyoshi que expulsaba a los cristianos de Japón. Según los registros de la época, la arquitectura de la iglesia era al estilo romano, pero incluía una habitación japonesa con tatami y otra destinada para la ceremonia del té, de la cual Takayama Ukon era muy aficionado por sus orígenes nobles. 

A la muerte de Oda Nobunaga en 1582, le sucedió en el poder Toyotomi Hideyoshi. Ukon le mostró su apoyo, sin imaginar que no seguiría la política de su antecesor. En 1587, Toyotomi emitió el primer edicto anti-cristiano, ante la sorpresa de los misioneros europeos que se encontraban en Japón. Afirmaba que “Japón es un país de dioses nativos” y acusaba a los misioneros de “destruir los templos budistas y santuarios sintoístas”. Si se descubría que alguien tenía en su poder imágenes religiosas, era torturado y asesinado. La fe se pagaba incluso con la crucifixión. 

En 1614, se promulgó oficialmente la expulsión de misioneros extranjeros y cristianos japoneses. Hasta 1873, Japón mantuvo una política de persecución contra los cristianos. En diciembre de 1614, Takayama Ukon fue exiliado a Manila, junto con su familia y otras 300 personas más. Antes de su exilio, Hideyoshi Toyotomi le dio una última oportunidad. Pero Ukon no quería renunciar a su fe y prefirió abandonar sus posesiones y privilegios en Japón antes que cometer apostasía. Al llegar a Manila, fue recibido como un mártir viviente. Pero el largo viaje hasta Manila, que había durado 43 días (20 días más de lo habitual), lo debilitó tanto que sucumbió ante una alta fiebre. Falleció a la edad de 62 años. Cada 3 de febrero se conmemora su fallecimiento en el calendario católico. 

Además de estratega militar y cristiano, Takayama Ukon fue uno de los siete discípulos de Sen no Rikyū, maestro del chadō. Siendo uno de sus Rikyushichitetsu (“los siete de Rikyu”, de los cuales 5 eran cristianos), Ukon fue quien refinó el chadō en una ceremonia más calmada y con movimientos ceremoniales que podrían asemejarse a la Eucaristía. Curiosamente, la llegada del cristianismo a Japón coincidió con el tiempo del perfeccionamiento del chadō. Para Ukon, la paz interior y el recogimiento era necesario para saber decidir sabiamente en situaciones difíciles. Para él, el chashitsu (cuarto de té) era su refugio, cuando necesitaba meditar y encomendarse a dios. 

Repasando la historia, veremos que el budismo y los samurái tienen una conexión muy estrecha con el té. La costumbre de beber té se remontaría a China, desde donde fue traído en el siglo XII. Los monjes budistas Zen solían beber té para aplacar la somnolencia que amenazaba sus largas horas de meditación. En Japón, los samurái fueron quienes crearon algunas reglas para beber té. Para el siglo XV, el monje budista Murata Shuko definió los fundamentos de lo que ahora conocemos como chadō, los cuales fueron desarrollados posteriormente por el maestro del chadō, Sen no Rikyū. 

En el chadō, encontraremos una mezcla de filosofías budistas, taoístas y confucionistas que nos acercarían a nuestra parte espiritual. El budismo implica pureza y desprendimiento, el taoísmo enfatiza la idea de vivir en armonía y el confucionismo se enfoca en el orden correcto en el universo. En cada encuentro de chadō, se da el ichi-go ichi-e (“una vez, un encuentro”), que recuerda a los participantes que cada reunión es irrepetible y única, siendo una experiencia valiosa. El chadō nos permite interactuar con otras personas, mientras apreciamos la simplicidad de lo estético en el ambiente y los utensilios. Esto nos da paz interior. En la actualidad, en el chadō ocupan un papel principal los principios que estableció Sen no Rikyū: armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku). 

FUENTES: 
Takayama Ukon (website), Fernando García: El arte del té en Japón (1997), Javier González y Sandra Morales: Kôten: Lecturas cruzadas Japón-América Latina (2005), Emil Jurcan: A Comparative Study on Eucharist and the Sacred Foods of the Major Religions (2014), N. Frances Hioki: Silent Dialogue and “Teaism” (2013).

(Artículo publicado originalmente en el diario Peru Shimpo, el 30 de marzo de 2018)

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