Siempre me he preguntado de dónde mi oba habrá sacado el nombre “Margarita” para llamar así a mi mamá. A pesar que mi oba inscribió a mi mamá en los registros civiles como “Margarita”, siempre ha llamado a mi mamá por su nombre en japonés, Sumi. Y, las pocas pocas veces que la escuchaba llamarla como “Margarita”, apenas podía pronunciarlo, porque el nombre era largo y difícil para ella.
Entonces, ¿de dónde le habrá salido la inspiración? ¿Lo habrá escuchado de algún lado? ¿Alguien le recomendó ese nombre? Nunca lo sabré, puesto que mi mamá ya ni se acuerda. He escuchado muchas veces que, antiguamente, las mujeres jóvenes confiaban tanto en su partera que incluso preguntaban si podían recomendarle algún nombre para su recién nacido. Pero no creo que ese haya sido el caso de mi oba con mi mamá, porque la partera de mi oba era japonesa, es decir, era una sanbasan.
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Las jóvenes madres sentían mayor tranquilidad al saber que una sanbasan las estaría ayudando durante el parto (Familiares por parte materna. Foto tomada en Japón, año desconocido ) |
Lo único que mi mamá recuerda sobre esta sanbasan es que tiempo después abrió una encomendería(*) en el Callao, en donde vendía, entre otros productos, discos japoneses; muchos de los cuales mi oba compraba aprovechando las veces que tenía que ir hasta el Callao.
Así como mi mamá, casi no tengo muchos datos acerca de la sanbasan en el Perú, pero seguramente que su trabajo era muy similar, en cuanto a sus labores o su remuneración (que podría haber sido con dinero en efectivo o con productos básicos, como arroz o aves de corral), así como las parteras o comadronas peruanas de aquellas épocas.
El oficio de comadrona o partera en el Perú carecía de teoría pero no de práctica, por lo que las encargadas de este oficio, así como las sanbasan, eran mujeres ya mayores.
Y, ¿por qué se recurría a una sanbasan y no se acudía, en cambio, donde una partera o a un hospital? En primer lugar, los partos se atendían en casa.
A incios del siglo siglo XX, la vida ya de por sí era difícil para los primeros inmigrantes japoneses en el Perú de aquellos tiempos (tanto por el idioma, una cultura diferente, así como el trabajo mismo) y, aún más, el alumbramiento de un niño, por lo que las comunicaciones y contactos eran entre los mismos miembros de la colectividad. Al compartir un idioma y cultura en común, había más confianza y tranquilidad en situaciones como esta; sin importar que la sanbasan viviera lejos de la casa de la parturienta.
A incios del siglo siglo XX, la vida ya de por sí era difícil para los primeros inmigrantes japoneses en el Perú de aquellos tiempos (tanto por el idioma, una cultura diferente, así como el trabajo mismo) y, aún más, el alumbramiento de un niño, por lo que las comunicaciones y contactos eran entre los mismos miembros de la colectividad. Al compartir un idioma y cultura en común, había más confianza y tranquilidad en situaciones como esta; sin importar que la sanbasan viviera lejos de la casa de la parturienta.
Por aquellos tiempos, además, (acotando a lo anteriormente dicho) la obstetricia no era una rama muy desarrollada por la medicina por lo que las parteras tenían el protagonismo dentro de un alumbramiento, salvo en casos de complicaciones que requerían la intervención de un médico profesional y los partos generalmente eran atendidos en la misma casa, sin los cuidados médicos que pueden encontrarse disponibles en los hospitales ante alguna eventualidad.
Y ya que estamos hablando algo de historia, conozcamos un poco sobre el origen de las sanbasan en Japón.
Entre el siglo XI y XVIII, cuando aún no existía la obstetricia como ciencia, existían las Koshidaki. Las koshidaki eran mujeres que ayudaban a las parturientas a dar a luz sujetándolas de la cintura con el fin de facilitar el alumbramiento ("koshi", significa en japonés “caderas” y “daki, “sujetar”).
Con el tiempo y de forma gradual, las koshidaki fueron desplazadas por las Toriagebaba o Toriagebaasan, que significa una mujer mayor (“baba”, “baasan”) que toma o sujeta (“tori”) un bebé con sus manos y lo levanta ("age").
Se afirma que estas toriagebaba tenían conocimientos, además, de procedimientos o rituales “mágicos” en caso que un nacimiento sea complicado; a diferencia de las koshidaki que, simplemente, sujetaban las caderas de la mujer.
Existen rumores que afirman, además, que estas toriagebaba pertenecían al estrato social más bajo del Japón del periodo Edo, es decir, los burakumin, porque tenían contacto con la sangre (una sustancia impura para aquellos tiempos, sea proveniente de la menstruación o, incluso, de la labor de parto).
Y, como el parto era uno de los orígenes de esta "sustancia impura", se daba a luz en un área separada del resto de la casa, que generalmente era un lugar oscuro y sucio y que podía ser un cuarto separado de la casa o una pequeña cabaña.
Esta toriagebaba no tenían conocimientos modernos como la desinfección o la higiene mínima que se tendría que cuidar para evitar enfermedades o complicaciones futuras, simplemente facilitaban la labor de parto con lo que tenían a la mano, por lo que, más tarde, aparecieron las sanbasan, justamente cuando Japón entra en contacto con occidente y sus conocimientos sobre tecnología, cultura, entre otros; incluyendo el campo de la medicina y sus conocimientos sobre la desinfección de los objetos para prevenir infecciones.
A inicios del periodo Meiji (1868-1912), es cuando aparecen estas sanbasan y desplazan poco a poco las técnicas rudimentarias y poco higiénicas de las toriagebaba, utilizando en lugar de trapos viejos y muchas veces contaminados, gasas nuevas y esterilizadas, como medidas mínimas de higiene.
En los inicios de la labor de la sanbasan, aún no estaban exactamente definidas sus funciones, por lo que en diferentes regiones del Japón fueron conocidas con términos muy variados (no solo como sanbasan) que indicaban la acción que realizaban y que iban desde masajear el vientre de la parturienta, cortar el cordón umbilical del niño o bañar al recién nacido. |
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Con las sanbasan, se inició el interés por la estandarización y profesionalización de las parteras por parte de las autoridades japonesas, promulgándose una serie de leyes, como la de 1874, que regulaban esta nueva ocupación; por ejemplo, determinando que una sanbasan debía tener al menos unos 40 años de edad y contar con una licencia otorgada después de haber asistido 10 nacimientos normales y 2 con complicaciones en frente de un obstetra, así como pasar algunos exámenes de certificación.
Con el paso de los años, oficialmente en 1947, el término “sanbasan” dejó de utilizarse, para preferir el término “josanpu” ("josan", “ayudar en el nacimiento” y “pu”, “mujer”) porque ya las parteras no solo eran mujeres mayores (el sufijo “ba” significa “mujer mayor”).
Y como la modernidad llega en todos los ámbitos, nuevamente se decide cambiar el término "josanpu", prefiriéndose utilizar el término “josanshi” en su lugar, para indicar que podían ser de ambos géneros, sea hombre o mujer, la persona encargada de asistir en el alumbramiento.
Sea en Japón o en Perú, o en cualquier parte del mundo, generalmente se suele acudir a un hospital o clínica cuando la mujer va a dar a luz, siendo los casos muy excepcionales, en que aún se recurre a una partera o sanbasan, cuando en las épocas de mi oba, era todo lo contrario.
FUENTES:
SMITH, Susan Lynn. Japanese American Midwives: Culture, Community, and Health Politics, 1880-1950. University of Illinois Press, 2005.
FUENTES:
- MATSUOKA, Etsuko. Postmodern Midwives in Japan: The Offspring of Modern Hospital Birth. AMCoR (Asahikawa Medical College Repository). Medical Anthropology (2001) 20(2-3): 141-184
- HOMEI, Aya. Giving Birth to a Rich Nation and Strong Soldiers:Midwives and Nation Building in Japan between theMeiji Period and the 1940s.Centre for the History of Science, Technology and Medicine, University ofManchester. A paper for the Joint Princeton-Columbia Graduate Student Workshop(National Identity and Publitc Policy in Comparative PerspectiSAve)Princeton, 2000.
SMITH, Susan Lynn. Japanese American Midwives: Culture, Community, and Health Politics, 1880-1950. University of Illinois Press, 2005.
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