Hace unos pocos días, me pasaron un link sobre una noticia que apenas se destacaba entre los medios. En ella, se difundían los resultados de un estudio genético que realizaron al pueblo de Uros (pueblo flotante del Lago Titicaca) y que afirmaban la legitimidad de su raza ancestral. Además de la noticia en sí, lo que también destacaba era la participación de un nikkei peruano dentro de este proyecto, el Dr. Ricardo Fujita, quien lidera estos estudios en el Perú que forman parte del Proyecto Genográfico de National Geographic.
Pero, aunque este artículo no me llamó mucho la atención, no pude evitar pensar que, aunque estemos viviendo en plena era tecnológica y futurista, aún sigamos preocupándonos por nuestro pasado, por nuestros orígenes. Seguramente, debe ser porque tenemos una constante necesidad por querer reafirmar nuestra identidad o porque simplemente, tenemos una curiosidad innata por saber de dónde venimos o cuáles son nuestros orígenes (o la de otras personas).
Me acuerdo, por ejemplo, las veces en que conocía a alguien por primera vez y que a primera vista parecía que también era nikkei como yo, pero al final descubría que no tenía nada de japonés: ni el apellido, ni mucho menos algún antepasado japonés (aunque sea lejano), salvo sus ojos rasgados. Seguro que a muchos, aunque sea alguna vez, también les ha pasado lo mismo. ¿Y alguna vez se han preguntado por qué hay personas que son oriundas de la Sierra y parecen japoneses?
La respuesta para este misterio la podemos encontrar en la genética. Como dice Fujita: “los orígenes no se borran del ADN”, por lo que parece que esos rasgos japoneses que podemos ver en algunas personas oriundas de la Sierra serían ese eslabón perdido que demostraría un aparente vínculo genético entre japoneses y peruanos.
Pero estos estudios de ADN, usados para conocer el pasado de los pueblos, como el caso de los Uros o el Proyecto Genográfico, no son nuevos. Por ejemplo, en 1996, salieron a la luz los resultados del ADN que se realizaron a la momia Juanita (Arequipa, Perú), descubriéndose que portaba genes coreanos por parte de padre. Años más tarde, en el 2009, un estudio de ADN confirmó la conexión genética que tenían los antiguos pobladores Mochicas con los Ainus de Japón. También se descubrió una relación similar en abril del 2013, pero en este caso era la de los Botocudos de Brasil con los polinésicos. O también podemos recordar el estudio que salió publicado en julio del 2012, en donde se afirma que existieron tres grandes oleadas migratorias provenientes del Asia.
Así, vemos que realmente han existido contactos entre Asia y Latinoamérica desde la antigüedad y estos estudios de ADN simplemente estarían reforzando aquellas antiguas hipótesis que corrían como simples rumores acerca del vínculo genético no solo entre Japón y Perú, sino también entre Asia y Latinoamérica.
¿Y cómo se origina este vínculo genético entre Perú y Japón? Para entender esta pregunta, recordemos un poco de historia. Los primeros hombres de la humanidad partieron desde África hacia el resto del mundo hace unos 60 mil años atrás (*). A su vez, estos primeros ancestros se dividieron en grupos que llegaron a lo que actualmente conocemos como continentes.
Uno de estos grupos, los que posteriormente fueron conocidos como Jomon, llegó desde el sudoeste asiático al archipiélago japonés y siglos más tarde, llegaron los Yayoi desde la península de Corea. Otro grupo se desplazó por el Estrecho de Bering, que por aquellos tiempos unían el continente asiático con el americano, poblando toda América, desde el norte hacia el sur. Y así es cómo llegaron al Perú.
Aunque los mismos investigadores afirman que todavía quedan muchos misterios por descubrir, ya podemos deducir, en vista de las pruebas genéticas y teorías, que Japón y Perú comparten los mismos orígenes genéticos.
Sin embargo, esta teoría sobre los vínculos genéticos entre Japón y Perú tampoco es nueva.
Hace unos 80 años atrás, apareció el libro “Manco Cápac (Fundador del Imperio Incaico, fue Japonés)” de Francisco Loayza, en donde se propone una teoría muy similar que afirmaba el origen japonés de Manco Cápac, en base a similitudes encontradas en los idiomas, costumbres y leyendas tanto de Japón y Perú.
Tanto los estudios de ADN como el libro de Loayza solo validarían aquello que por durante mucho tiempo ha sido como un “secreto a voces”. Existen muchas similitudes que podemos encontrar entre Perú y Japón. Quizás sean simplemente coincidencias, pero por la variedad y cantidad de similitudes, creo que estaríamos hablando más bien de similitudes que de coincidencias, que podrían estar conservando los rezagos de algo pasado común. Muchas de estas similitudes, que pueden pasar hasta desapercibidas, nos demuestran que la distancia no puede ser un parámetro determinante al definir los lazos entre pueblos.
Precisamente, aquellos que recuerdan la exposición que se realizó en el museo Amano en el año de 1999, titulada “Paralelismo Cultural Perú- Japón”, sabrán a qué me refiero. Pero para los que no tuvimos esa oportunidad, quisiera compartir algunas coincidencias que mostraron y alguna que otra que he encontrado navegando por Internet.
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Para comenzar, recordemos a los famosos quipus, aquellos cordones con nudos que servían para registrar y contabilizar. Comúnmente eran considerados como un invento inca, pero realmente no lo eran. El sistema de quipus fue usado en casi todos los pueblos ubicados dentro del área de la Cuenca del Pacifico, por lo que también fue utilizado en Okinawa, Japón y en las islas Polinesias. En japonés se le llamaba warazan y la diferencia con el quipu era que estaban hechos de paja de arroz y fueron utilizados hasta casi el siglo XX.
Otro invento que se creía que era exclusivamente de los incas fueron los andenes, aquellas terrazas agrícolas que podemos ver en la ciudadela de Macchu-Picchu. Pero, realmente no tenían un origen incaico exclusivo. La técnica de cultivo de terrazas era una práctica muy extendida para el cultivo del arroz entre países asiáticos como Filipinas, Vietnam, China y Japón. En Japón podemos encontrar hermosas vistas de estas terrazas (tanada 棚田 en japonés) que nos recuerda a nuestros andenes. ¿Será simple coincidencia? ¿Cómo llegó a expandirse la práctica de esta técnica en sociedades aparentemente diferentes? Aún quedan preguntas por resolver.
Pero, aunque este artículo no me llamó mucho la atención, no pude evitar pensar que, aunque estemos viviendo en plena era tecnológica y futurista, aún sigamos preocupándonos por nuestro pasado, por nuestros orígenes. Seguramente, debe ser porque tenemos una constante necesidad por querer reafirmar nuestra identidad o porque simplemente, tenemos una curiosidad innata por saber de dónde venimos o cuáles son nuestros orígenes (o la de otras personas).
Me acuerdo, por ejemplo, las veces en que conocía a alguien por primera vez y que a primera vista parecía que también era nikkei como yo, pero al final descubría que no tenía nada de japonés: ni el apellido, ni mucho menos algún antepasado japonés (aunque sea lejano), salvo sus ojos rasgados. Seguro que a muchos, aunque sea alguna vez, también les ha pasado lo mismo. ¿Y alguna vez se han preguntado por qué hay personas que son oriundas de la Sierra y parecen japoneses?
La respuesta para este misterio la podemos encontrar en la genética. Como dice Fujita: “los orígenes no se borran del ADN”, por lo que parece que esos rasgos japoneses que podemos ver en algunas personas oriundas de la Sierra serían ese eslabón perdido que demostraría un aparente vínculo genético entre japoneses y peruanos.
Pero estos estudios de ADN, usados para conocer el pasado de los pueblos, como el caso de los Uros o el Proyecto Genográfico, no son nuevos. Por ejemplo, en 1996, salieron a la luz los resultados del ADN que se realizaron a la momia Juanita (Arequipa, Perú), descubriéndose que portaba genes coreanos por parte de padre. Años más tarde, en el 2009, un estudio de ADN confirmó la conexión genética que tenían los antiguos pobladores Mochicas con los Ainus de Japón. También se descubrió una relación similar en abril del 2013, pero en este caso era la de los Botocudos de Brasil con los polinésicos. O también podemos recordar el estudio que salió publicado en julio del 2012, en donde se afirma que existieron tres grandes oleadas migratorias provenientes del Asia.
Así, vemos que realmente han existido contactos entre Asia y Latinoamérica desde la antigüedad y estos estudios de ADN simplemente estarían reforzando aquellas antiguas hipótesis que corrían como simples rumores acerca del vínculo genético no solo entre Japón y Perú, sino también entre Asia y Latinoamérica.
¿Y cómo se origina este vínculo genético entre Perú y Japón? Para entender esta pregunta, recordemos un poco de historia. Los primeros hombres de la humanidad partieron desde África hacia el resto del mundo hace unos 60 mil años atrás (*). A su vez, estos primeros ancestros se dividieron en grupos que llegaron a lo que actualmente conocemos como continentes.
Uno de estos grupos, los que posteriormente fueron conocidos como Jomon, llegó desde el sudoeste asiático al archipiélago japonés y siglos más tarde, llegaron los Yayoi desde la península de Corea. Otro grupo se desplazó por el Estrecho de Bering, que por aquellos tiempos unían el continente asiático con el americano, poblando toda América, desde el norte hacia el sur. Y así es cómo llegaron al Perú.
Aunque los mismos investigadores afirman que todavía quedan muchos misterios por descubrir, ya podemos deducir, en vista de las pruebas genéticas y teorías, que Japón y Perú comparten los mismos orígenes genéticos.
Sin embargo, esta teoría sobre los vínculos genéticos entre Japón y Perú tampoco es nueva.
Hace unos 80 años atrás, apareció el libro “Manco Cápac (Fundador del Imperio Incaico, fue Japonés)” de Francisco Loayza, en donde se propone una teoría muy similar que afirmaba el origen japonés de Manco Cápac, en base a similitudes encontradas en los idiomas, costumbres y leyendas tanto de Japón y Perú.
Tanto los estudios de ADN como el libro de Loayza solo validarían aquello que por durante mucho tiempo ha sido como un “secreto a voces”. Existen muchas similitudes que podemos encontrar entre Perú y Japón. Quizás sean simplemente coincidencias, pero por la variedad y cantidad de similitudes, creo que estaríamos hablando más bien de similitudes que de coincidencias, que podrían estar conservando los rezagos de algo pasado común. Muchas de estas similitudes, que pueden pasar hasta desapercibidas, nos demuestran que la distancia no puede ser un parámetro determinante al definir los lazos entre pueblos.
Precisamente, aquellos que recuerdan la exposición que se realizó en el museo Amano en el año de 1999, titulada “Paralelismo Cultural Perú- Japón”, sabrán a qué me refiero. Pero para los que no tuvimos esa oportunidad, quisiera compartir algunas coincidencias que mostraron y alguna que otra que he encontrado navegando por Internet.
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(1) Quipu del Perú En Perú Blog (2) Warazan de Okinawa Arithmeum |
(3) Vista de Andén (Perú) Culturas Pre-Incaicas (4) Vista de un tanada (Fukuoka, Japón) Fukuoka Bochibochi Fotolive2 |
(5) Chamán peruano tocando un pututo Fotocommunity (Edwin Guzman) (6) Foto de un samurai tocando el horagai (Autor: Felice Beato, año: 1860-1900 aprox.) Smithsonian Institution Research Information System |
Otra característica que poseen tanto Perú como Japón es su acceso al mar. Este privilegio de pocos ha facilitado que aprovechen sus recursos casi de forma similar. Por ejemplo, usaron las conchas de los caracoles marinos como instrumentos de viento, llamándolos pututo en Perú y horagai 法螺貝 en Japón. Y ya que mencionamos a los instrumentos, también podemos encontrar una similitud en cuanto a la forma con las quenas del Perú y los shakuhachi 尺八 de Japón.
(7) Imagen de la cultura Moche representando a la pesca con guayanes Trujillo del Perú (8) Imagen de la práctica de pesca tradicional japonesa Ukai Prints of Japan |
Se destaca también una técnica de pesca peculiar, en donde se usan guayanes o cormoranes domesticados para atrapar a los peces y que era practicada por los antiguos Moches, coincidentemente un grupo étnico de quienes se dice que tiene antecedentes Ainu (grupo indígena de Japón) en sus genes. Esta misma técnica, denominada Ukai en Japón, se practica en algunas zonas, más que nada como una atracción turística.
(9) Niño cuzqueno 123RF (Keith Levit) (10) Niño japonés Flickriver (Joe Routon) |
También existe una costumbre similar relacionada con la estética, que la podemos encontrar en el ennegrecimiento de los dientes. El Ohaguro お歯黒 era una práctica tradicional japonesa en donde las mujeres se teñían los dientes de negro con fines estéticos. Era una tradición practicada no solo en Japón sino en varios países asiáticos, incluso en la tribu de los Piros o Chontaquiros de la selva amazónica, quienes masticaban un tipo de raíz (chonta) para ennegrecerse los dientes.
(11) Comparación de las técnicas decorativas entre la cerámica Valdivia (Ecuador) y la de Jomón (Japón) Ecuador Prehispánico |
Además de similitudes físicas, también existen similitudes arqueológicas entre la cultura Jomon de Japón (10 mil a 5 mil A.C.) y algunas culturas de Perú y Ecuador. Por ejemplo, en la década de los '60, Betty Meggers encontró similitudes entre la cerámica Valdivia de Ecuador con la cerámica Jomón de Japón en cuanto a sus técnicas decorativas y que demostrarían que Asia había llegado a tierras americanas mucho antes que Colón. Al principio fue una hipótesis que no fue muy bien aceptada entre sus detractores, pero que terminó siendo reconocida como una posible teoría ante los recientes estudios de ADN que así lo confirmaban. O también, podemos nombrar a Yoshitaro Amano y las similitudes que descubrió entre la cerámica Chancay con la japonesa.
(12) Toritos de Pucará (Cuzco, Perú) Peru Adventure Tours (13) Shisaa de Okinawa Magnifika |
Y aunque no sea una similitud propiamente dicha, tal vez sea una simple coincidencia cultural. No hay que olvidarnos de los Toritos de Pucará del Perú y los Shisaa de Okinawa, Japón.
Ambos son figuras representativas de animales (en el caso de Perú, es un toro y en el de Okinawa, es un animal mitológico, una mezcla entre perro y león) que son colocados generalmente en parejas sobre los techos de las casas como protección (en el caso de los Shisaa) y para atraer la buena suerte (en el caso de los Toritos).
(14) Peruana cargando a su bebé con un lliclla "América"del Sur (Michel Palomino) (15) Japonesa cargando un paquete envuelto en furoshiki (año 1890 aprox.) Old Photos of Japan |
Y por último, vemos el caso del lliclla peruano con el furoshiki japonés, que fue recordado en aquella exposición del año de 1999. El lliclla es una manta que se lleva en la espalda para llevar consigo a niños pequeños o pequeños bultos, casi de forma similar al uso que se le da al furoshiki, una tela cuadrada que sirve para envolver objetos y llevarlos de un lugar a otro.
La lista podría seguir, pero solo quería mostrarles una pequeña muestra de las similitudes que podemos encontrar entre la cultura peruana y la japonesa y que demostraría algún vínculo (sea genético o cultural) entre ambas, que en un tiempo no muy lejano se pensaba que era una simple hipótesis. Así, parece que podrían desmoronarse aquellas viejas teorías que aprendimos en el colegio, para darles paso a éstas otras nuevas (o revivir aquellas otras teorías olvidadas por la ignorancia o el paso del tiempo).
Ahora, con estos estudios de ADN, no podemos descartar ninguna posibilidad, porque parece que de una u otra forma, todas las sociedades comparten algo de otra y así, ya la cultura no es exclusiva de un tiempo o de un lugar. Ante todo esto, solo nos queda pensar que no existen razas en el mundo, sino una sola: la raza humana.
(*) Dato obtenido de The Genographic Project de National Geographic.
Para saber más sobre el libro de Francisco Loayza:
¿Fueron Japoneses los Incas? (I) Anécdotas de Moleskine
FUENTES:
Apuntes sobre la Provincia Litoral de Loreto. RAIMONDI, Antonio. Lima, Tipografía Nacional. 1862.
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