jueves, 29 de agosto de 2013

Cómo Algo Cotidiano se Convierte en Inmoral: La Desnudez en el Japón del Siglo XIX

El otro día encontré en Pintrest una foto que me llamó la atención. En ella se retrataba a una japonesa que se movilizaba en un Kago 駕籠, que era el transporte utilizado desde tiempos feudales en Japón.  
Consistía en una estructura simple de madera con una superficie acolchada usada como asiento y que era cargada por dos hombres sobre sus hombros.

(PARA AGRANDAR LAS IMÁGENES, HACER CLICK SOBRE ELLAS. VOLVER A HACER CLICK PARA REGRESAR AL TAMAÑO ORIGINAL).
Imagen tomada de Pintrest
Pero el Kago no fue lo que me llamó la atención, sino los dos cargadores, que estando casi desnudos y cubriéndose simplemente con un fundoshi 褌 o taparrabos japonés (muy parecido al mawashi 廻し que utilizan los luchadores de sumo), transportaban a su casi pudorosa pasajera que apenas se le podía ver el cuello y rostro.
Y así, vi varias fotos similares de la época, en donde aparecen hombres japoneses que estando casi desnudos fueron fotografiados en pleno trabajo, ya sea corriendo con la carta o paquete que tenían que entregar, o transportando un Kago sobre sus hombros. Incluso, vi la foto de una mujer y varios hombres, al parecer pescadores, que empujaban un bote hacia el mar. Todos estaban casi desnudos y vestían solamente un fundoshi (salvo la mujer, quien se mostraba también semi-desnuda de la cintura para arriba, pero en vez de fundoshi,  llevaba una falda).
Imagen tomada de Vintage Everyday
 
Imagen tomada de Flickr
Imagen tomada de Mini Dealer Blog
También recordé sobre los distintos matsuri que se celebran en Japón, y en donde muchas veces aparecen hombres semidesnudos cubiertos únicamente con un fundoshi, como el Hadaka Matsuri 裸祭り (o festival de la desnudez). O también el deporte tradicional de Japón, el sumo, en donde los luchadores o sumotori apenas se cubren con el mawashi. Es como si la desnudez fuera algo natural para Japón. 

Al comparar la foto de la japonesa en un Kago con otras de la misma época, en donde aparecen japonesas ataviadas con larguísimos y hasta nada sugerentes kimonos que denotaban cierto pudor y vergüenza ante el sexo opuesto; no pude evitar recordar en cómo era la Lima de antaño.
Imagen tomada de The Japan Times

Aquella Lima del siglo XIX, en donde era impensable ver a algún hombre semi-desnudo por las calles sin que alguna limeñísima señorita se ruborizara de vergüenza al ver a alguien del sexo opuesto en prendas tan ligeras.

De este modo, me parecía un poco extraño ver esa foto, en donde se resalta el contraste entre una mujer completamente vestida junto con dos hombres casi totalmente desnudos, justo en la misma época en que en la otra parte del mundo, el pudor se reflejaba explícitamente en los largos trajes de baño tanto de hombres como de mujeres, como vemos en la imagen a continuación.

(Imagen derecha) Una imagen vale más que mil palabras: La ropa de baño cubría casi todo el cuerpo a inicios del siglo XX. Propaganda de Lord & Taylor's, publicitando ropa de baño para adultos y niños (hombres y mujeres). Nueva York, junio de 1879). 
Imagen tomada de Keeppy

Pero, ¿por qué parece que en Japón la desnudez fuera algo natural? Creo que nuevamente la historia será la que se encargue de responder a esta pregunta. Así que retrocedamos un poco en el túnel del tiempo, hasta llegar al siglo XIX. 

Imagen tomada de Making Japanese
Cuando se habla del siglo XIX en Japón, específicamente vamos a referirnos a partir del año 1872, que es cuando el Ministerio de Justicia promulga la ordenanza Ishiki Kaii Joorei (違式詿違條例), en donde se va a cuestionar el tema del desnudo en el Japón de aquella época. 
Esta ordenanza constaba de 53 artículos que regulaban el comportamiento de las personas que atentaba contra la higiene pública, la seguridad, el orden y la decencia. Como toda ley, su incumplimiento ameritaba una penalidad. Las multas oscilaban entre 75 a 150 sen, o su equivalente, que era entre diez a veinte latigazos en caso que el infractor no pueda pagar. Pero a partir del año de 1876, solamente se aplicaron multas pecuniarias y detenciones o arrestos, dejando de lado los latigazos y otros castigos corporales.
(Para darnos una idea de cuánto ascendía una multa, el salario diario de un carpintero era de 40 sen en el año de 1874). 

Algunos de sus artículos, si bien varios de ellos eran a favor de las buenas costumbres como la prohibición de la venta de Shunga 春画 (imágenes eróticas), algunos eran a favor de la buena salud e higiene, como la prohibición de defecar u orinar en las carreteras o la de vender pescado malogrado.  
(Imagen derecha: Arte Shunga, por Katsukawa Shuncho (Año 1789)
Imagen tomada de Scholten Japanese Art
Sin embargo, habían algunos artículos que iban en contra de algunas prácticas, consideradas como inofensivas entre los residentes, como lo eran los tatuajes, los baños mixtos (uso de baños públicos por hombres y mujeres al mismo tiempo) o los desnudos o semi-desnudos en público. 
Los desnudos o semi-desnudos en público era una práctica muy común entre la gente que trabajaba a pleno sol. Esta práctica, que si bien era considerada como una ofensa por parte de los extranjeros y posteriormente, por las autoridades japonesas, era más bien una necesidad para contrarrestar el asfixiante calor que se sentía al trabajar en verano.
Por aquellos tiempos no se contaban ni con aire acondicionado ni ventiladores, y la única forma que había para regular la temperatura era quitándose la ropa. 
Así, era común, en los calurosos días de verano, ver a hombres que se despojaban de casi toda su ropa y solo se quedaban en fundoshi para trabajar en los campos o, incluso, a mujeres que se descubrían el torso, ya sea para trabajar también en el campo, hacer las labores de la casa o amamantar a los niños. 

Para comprender mejor cómo el concepto de desnudez era tan distinto a la concepción occidental, no podemos dejar de mencionar la existencia de los baños públicos mixtos en Japón, en donde muchas personas solían bañarse junto con otras personas, incluso del sexo opuesto.
Imagen Tomada de Art of the Print
(Imagen izquierda:  Imagen que apareció en la primera edición del informe oficial de la expedición del Comodoro Mathew Perry a Japón, en donde se muestra cómo era un baño público mixto en Shimoda (Shizuoka, Japón). Año 1856).  
Estos baños eran muy comunes por aquellas épocas en donde la gran mayoría no podía contar con una bañera en casa. Como vemos, esta semi-desnudez (o desnudez) no iba en contra de las buenas costumbres, sino que era considerada como algo natural y cotidiano, nada lascivo. 

La actitud que tomaron las autoridades japonesas ante la desnudez, la de castigar algo que por mucho tiempo atrás se practicaba como parte de la vida cotidiana entre las mayorías, no siempre fue así, y cambió recién cuando Japón se abrió al mundo occidental. 

Desde mucho tiempo atrás, las clases altas japonesas veían como algo normal la desnudez en público por parte de las clases trabajadoras. Era una marca casi distintiva de este estrato, puesto que ni los cortesanos, las autoridades ni los samurais podían aparecer en público mostrándose semi-desnudos. Sin embargo, muchos europeos no hacían esta distinción y consideraban a todos como japoneses, como si todos fueran iguales. 
Se cuenta(*) que en 1862, un diplomático japonés fue enviado a Prusia y se conmocionó al ver en un diario local la foto de un “típico” japonés . El personaje retratado no era un samurai impecablemente vestido, sino uno de sus sirvientes, quien apenas tenía puesto un fundoshi
Esta no era la imagen que las autoridades japonesas deseban proyectar a las potencias extranjeras, sino que era todo lo contrario, es decir, querían proyectar una imagen de personas elegantemente vestidas y "civilizadas" frente a los ojos europeos. 

Ya por el siglo XVI, Japón empezó a tener contactos con diversos países europeos, como Portugal, Holanda y, posteriormente, Estados Unidos, por lo que paulatinamente se implementaron una serie de medidas y leyes para modernizar a la sociedad japonesa y equipararla con la de las grandes potencias de aquella época. 
Las autoridades japonesas mostraban una gran preocupación por la imagen que Japón proyectaba hacia el mundo occidental, especialmente ante los occidentales que visitan Japón por aquellos tiempos, ya sea por asuntos de negocios, gubernamentales o de investigación y estudio. 
Muchas de las prácticas o costumbres que tenía (y tiene) Japón, diferían notablemente con las de occidente, y hubieron muchas que incluso parecían “incivilizadas” desde el punto de vista occidental, por lo que se decidió “civilizar” u occidentalizar las costumbres de los connacionales y así tener una mejor imagen ante la comunidad internacional. (Recordemos, como ya se habló en un post anterior, las medidas tomadas para "japonizar" (occidentalizar) Okinawa, en donde se prohibió la práctica del Hajichi (tatuajes en mujeres), el chamanismo, e incluso el Uchinaguchi (lengua local de Okinawa), prácticas consideradas como "incivilizadas"). 

Casi todos los extranjeros en Japón frecuentemente miraban con asombro algunas costumbres, pero también miraban con repudio y criticaban otras, como la desnudez pública; seguramente influenciados por las pudorosas ideas victorianas de la época, que consideraban a la desnudez como algo indecente e incivilizado. 

Pero mayor era el escándalo cuando observaban cómo hombres y mujeres japoneses usaban indistintamente los baños públicos. Las casas de baños públicos contaban con bañeras separadas para hombres y otra para mujeres. Pero habían varias que contaban con solo una única bañera en donde hombres y mujeres se bañaban juntos. La diferencia entre mantener una sola bañera o dos, era principalmente por razones de economía, puesto que se ahorraba tiempo y dinero para su mantenimiento. 
Así era la manera como pensaban los dueños de estas casas de baños, un argumento que alejaba cualquier intento de asociar alguna lascividad, o incluso lujuria, en una situación como ésta (según la óptica occidental), en donde hombres y mujeres se encuentran desnudos. 
Pero no olvidemos el contexto y el momento en que se desarrolla esta situación. 

Para occidente (sea en tiempos antiguos o modernos), es común asociar la desnudez con sexo. La ropa cubriría aquello que uno desea ocultar, generalmente por pudor, y la falta de ésta, a su vez, sugeriría una invitación a la intimidad. 
Pero si tenemos en cuenta el lugar, la circunstancia y el momento en que se ocurre un desnudo, estaríamos equivocados si pensamos que el concepto de desnudez siempre tendrá la misma connotación.
 
En el Japón de los tiempos feudales, e incluso hasta inicios del siglo XIX, la desnudez no representaba por sí sola el erotismo que en occidente así lo representaba. Para Japón, la ropa jugaba un papel fundamental dentro del erotismo. Los kimonos fabricados en finas sedas, con varias capas sobrepuestas, creaban cierta fantasía entre los hombres, dado que las únicas mujeres que podían usarlas eran las cortesanas y geishas, más no las mujeres del pueblo. La fantasía por un cuerpo cubierto en finas sedas contrastaba con la imagen de un desnudo en sí, sobretodo en el desnudo habitual, que no transmitía nada erótico. Por ejemplo, ver a una mujer semi desnuda lavando la ropa, algo que era cotidiano y por lo tanto, algo que era normal, no transmitía ningún mensaje sexual. 

Así vemos, las varias representaciones del arte Shunga, la pornografía de Japón del siglo XVII, en donde los protagonistas visten bellos y finos kimonos mientras mantienen relaciones sexuales. 

Sin embargo, las críticas occidentales que consideraban a los baños públicos mixtos como algo pecaminoso presionaban aún más a las autoridades japonesas; por lo que en 1890, la policía de Tokyo emitió una orden que prohibía los baños públicos mixtos (la policía contaba con amplios poderes para emitir órdenes en busca del “bien público”). Esta orden no se aplicaba en forma general, sino en determinadas áreas, como Yokohama y Tokyo, que eran algunas de las ciudades importantes de Japón y en donde residían mayormente los extranjeros. Vemos así, como la ley actuaba a favor del "buen ver" de los extranjeros en Japón, en perjuicio (y hasta menosprecio) de sus propios connacionales.

Sin embargo, no siempre se podía cumplir con la ley. La mayoría de los propietarios de estos baños públicos no podían realizar las renovaciones necesarias para convertir sus baños mixtos en baños separados para hombres y mujeres, como así mandaba la ley, por lo que simplemente colocaban una cuerda en el medio de la bañera para separar las secciones para hombres y mujeres. De esa forma, cumplian con la ley, pero no como realmente se tenía que hacer. 

Ya para 1900, el Ministerio de Hacienda prohibió los baños públicos en todo el territorio japonés y fue más explícito en este caso, puesto que exigía que si se deseaba continuar con el negocio de los baños públicos, éstos deberían de tener una área para hombres y otra para mujeres. 

De este modo, se obligaba a los dueños a colocar muros y otras estructuras en la bañera para evitar que los hombres y mujeres puedan verse mutuamente mientras estuvieran bañándose. Sin embargo, esta costumbre, de bañarse en compañía del sexo opuesto continuó incluso hasta hace pocas décadas atrás, como en los onsen 温泉 o aguas termales. 

Contrastando con la cultura occidental, las clases bajas o trabajadoras solían tomar baños con mucha frecuencia. Estos trabajadores japoneses, como los carpinteros, albañiles entre otros, se bañaban frecuentemente dos o tres veces al día. Y aquellos que gozaban de la cercanía de algún onsen, la frecuencia y duración de un baño era mayor, especialmente en invierno, que era cuando las aguas termales servían como un excelente calefactor y la gente solía permanecer en sus aguas para mantenerse calientes. 

Si bien los baños públicos mixtos eran censurados, la situación era (casi) distinta a la que sucedía en las playas, que era un lugar donde aparentemente habría mayor libertad para bañarse desnudos. 
A finales del siglo XIX, solo los más acaudalados podían ir a la playa para distraerse y divertirse. 
Antes de la aparición de los trenes o autos en los años 20, la forma más usada para trasladarse eran los carruajes, por lo que tomaba mucho tiempo en solo ir a la playa. 

Generalmente, los bañistas permanecían por varios días o semanas en las casa de playa y eran los más acaudalados quienes podían comprar o alquilar esas casas y tomarse un tiempo libre para relajarse en la playa. La mayoría de los japoneses, aquellos que pertenecían a la gran mayoría, trabajaban duro en los campos día tras día, por lo que las clases altas eran las que generalmente acudían a las playas y, por lo tanto, no existía el peligro de algún desnudo en público ya que generalmente solo la clase trabajadora incurría en esta práctica "pecaminosa" (según la crítica occidental). 

A lo largo del siglo XIX, el arte de estilo europeo gradualmente comenzó a tener aceptación en Japón, desplazando al arte típico japonés Shunga. Sin embargo, no fue hasta 1894 en que Seiki Kuroda, un artista japonés, pintó y exhibió en público un desnudo estilo europeo como una obra seria de arte.
La pintura titulada "Morning Toilette", representa a una mujer completamente desnuda parada al frente de un espejo mientras se arregla el cabello.  
Imagen Tomada de Study Blue


Cuando Kuroda exhibió su obra en Tokyo, provocó cierto escándalo, a diferencia de Kyoto, una ciudad aún más tradicional, que fue en donde causó una mayor polémica, convirtiéndose en un objeto de dicusión y controversia. 

Aquí hay un punto importante que nuevamente sale a colación: la costumbres con respecto a la ropa y desnudez son arbitrarios y específicos a un determinado tiempo y espacio. Con el paso de los años, frente a una sociedad industrializada y consumista, los japoneses aprendieron que el desnudo puede atraer la atención en el mundo de la publicidad. 
Cuando los desnudos de estilo europeo (aquellos en donde se muestra el desnudo como tal, a diferencia del shunga japonés) se volvieron aceptables como arte, los publicistas empezaron a utilizar pinturas al ólo representando a mujeres desnudas, con el fin de vender cerveza, cigarrillos y otros productos consumidos mayormente por el público masculino. 



Imagen tomada de Tokyo Times de Lee Chapman
Pero al igual que en los tiempos antiguos, existió la censura a favor de la decencia. Por ejemplo, la propaganda del vino oporto Akadama Port Wine de 1923, que a pesar de la casi inocencia que proyecta, fue una imagen muy controvertida para la época. Pero, ¿por qué? 

(Imagen izquierda: Póster publicitando el vino de oporto Akadama Port Wine (año 1923)


Es un poster que se elaboró a partir de una foto retocada de la cantante lírica Matsushima Emiko sosteniendo una copa de vino de oporto. Parece que estuviera desnuda, o al menos, semidenuda, pero solo vemos sus hombros y la parte superior de su pecho desnudo.  Como actualmente se diría, "no se ve nada".


Pero, ¿por qué se criticó esta propaganda si ya existían pinturas más explícitamente sexuales, como la Morning Toilette de Kuroda? 


Simplemente, porque el póster no era una pintura, sino una foto retocada. El desnudo, considerado como un arte, solo estaba limitado a las pinturas al óleo, aquellas obras que tomaban tiempo en ser terminadas, lo que contrastaba con la casi rapidez de una cámara fotográfica. Viéndolo así, para aquella época, este póster no era una obra de arte, sino simplemente algo pornográfico. 
Y tomando este póster como ejemplo, actualmente vemos muchos casos en donde hay cierta controversia entre definir lo que es un desnudo artístico o simple pornografía. Eso ya depende de la forma cómo se vea (y considere) una imagen.


Hasta ahora, hemos recorrido solo una parte de la historia de Japón para hablar sobre algo tan sencillo y natural, pero a la vez aún controversial, como es el desnudo. Así, vemos  cómo una práctica de la vida cotidiana, como era el desnudo cotidiano en el Japón pre-moderno, se convirtió en algo inmoral, simplemente por el perjuicio de una sociedad foránea que era el mundo occidental.

FUENTES:

viernes, 23 de agosto de 2013

Un Pequeño Recuerdo: Un Ocha para mi Oba

Debo confesar que soy una adicta al café y al té. Recuerdo que cuando estaba en Japón, solía comprarme los six pack de Boss(*) que me duraban casi una semana, puesto que me tomaba una lata diaria, tal y como si fuera mi complemento vitamínico para iniciar la larga jornada en el trabajo. Y junto con mi lata, no podía faltarme una cajetilla de Marlboro mentol, que si bien me (pareciera que me) quitaban esa ansiedad tan típica del estrés, me gustaba mucho aquel sabor tan fresco del mentol que salía en cada bocanada de ese aire impuro. 
Así estuve por tres años en Japón, aunque sumando otros 5 años atrás en Lima, serían como 8 años que estuve fumando. El día que decidí dejar de fumar, fue cuando aún estaba en Japón. Era un día como muchos, en que tenía que ir a trabajar en bicicleta, pero había un camino tan empinado que no podía cruzarlo, a menos que me bajara de la bicicleta y la recorriera caminando y con la bicicleta al costado. Ese día sentía que el aire entraba escasamente a mis pulmones. Me asusté y recordé a mi papá, que también se había enfermado por esa misma adicción. A partir de ese día, ya no volví a comprar otra cajetilla.

Pero, la única adicción que conservo hasta ahora es por el café y el té. Anteayer fue uno de esos días en las que el café fue el protagonista de la casa.
Habían venido mis tíos paternos y un sobrino a la casa, y entre los tempura y okashi que comíamos, todos teníamos nuestra taza de café al costado. Mi mamá había colocado un frasco de café y varios sobres de té negro para escoger (u ocha, como lo llamamos en casa). Pero nadie se animó a tomar el tradicional ocha para acompañar los okashi. Todos estuvimos tomando café, excepto el sobrino, quien había pedido un vaso de agua. 
Una de las teteras de mi oba que aún conservamos

Me quedé un poco extrañada. “¿Agua para un niño de cinco?” Pero de todos modos, le ofrecí un vaso. Y recordando mis épocas de infancia, pensé que seguramente le gustaría más una Inca-Kola o un  Frugos, y le ofrecí uno, pero al final mi tío me dijo que solo le diera agua. Y así pasó esta vez, y la vez anterior que vino. Me di cuenta que esa era la costumbre en su casa, desde pequeño lo están acostumbrando a tomar agua pura. Me quedé pensativa. ¿Y yo, hace cuanto tiempo que no tomo un saludable vaso de agua? 

Si bien desde hace un par de años, he decidido tener una vida más saludable, no suelo tomar agua sola. Aunque dicen que es bueno beber ocho vasos de agua al día para mantener una buena salud, realmente prefiero tomar algo azucarado, como una buena taza de café (o de té). 

Creo que esta afición por la cafeína (y la teína) es una tradición de familia. Al igual que los cigarrillos. Mi oba solía fumar cuando leía la biblia en su dormitorio. Ella decía que fumaba para olvidar, como una forma de escaparse de aquella nostalgia que de cuando en cuando aparecía. Era la nostalgia que sentía por haber dejado a su familia, su casa en Okinawa, después de tantos años atrás. Aún no la entiendo. Quizás, al ver las volutas de humo perderse en la nada, sentía como si fueran esas penas que poco a poco ya se iban disipando. Cuando bajaba al comedor, le gustaba sentarse con nosotros a comer, pero nunca la he visto ni triste ni nostálgica mientras estaba con nosotros. Tal vez por eso siempre preferia sentarse sola en su sillón o se iba a su dormitorio para fumar.

Ya en el comedor, siempre la esperaba una tetera. A mi oba le gustaba tomar bastante ocha. Sea té negro o té jazmín, siempre nos decía que era ocha. Ella solía colocar una tetera en la mesa del comedor listo para servir. Cada vez que mi oba se servía una taza, siempre la levantaba instintivamente hasta su frente y bajaba ligeramente la cabeza, como si estuviera brindando con alguien más. Mi mamá me decía que era como su forma de agradecer por el ocha que estaba bebiendo. Aunque creo que también era porque todavía extrañaba a mi oji y pensaba que aún estaba sentado con ella. Y así, lo bebía despacio, como queriendo disfrutar cada sorbo. 
También hago lo mismo, a veces. Cuando tengo una buena taza de café o de té, me gusta beberlo despacio. No por alguna cortesía o quizás, alguna nostalgia perdida, sino simplemente para disfrutarlo. No llegué a compartir una taza de ocha con mi oba, pero ahora no quisiera perder la oportunidad esta vez. Ahora, cada vez que puedo, suelo sentarme a la mesa junto con mi mamá para conversar sobre cualquier cosa mientras tomamos una buena taza de ocha (o quizás, de café).

(*)Boss= marca de café enlatado listo para beber
ocha= "té" en japonés
oba="abuela" en japonés
okashi="dulce" en japonés
Inka-Kola=agua gasificada (soda)
Frugos=marca de bebida con sabor a frutas en caja

sábado, 17 de agosto de 2013

"Todo Caliente, Sea Invierno o Verano": Algunos Secretos Caseros de mi Oba

La semana pasada tuve que llevar a emergencias a mi mamá porque estaba muy deshidratada. No había comido durante tres días y todo lo arrojaba. La doctora que la atendió me dijo que al parecer había comido algo que le cayó mal pero con unos medicamentos y suero ya se iba a mejorar. Y vaya que fue rápida su recuperación, porque al poco rato que le dieron de alta, mi mamá misma me pidió que la llevara a la cafetería porque ya tenía hambre. Tomó una dieta de pollo y hasta se le antojó llevar un poco para la casa. Ya esa noche pudo dormir tranquila. 

Realmente a mi mamá no le gusta ir al doctor. Ella, más bien, prefirió poner en práctica los truquitos caseros que le enseñó mi oba, como tomar ocha (té) y comer solamente okayu (arroz cocinado casi aguado) durante esos días, y me decía que con eso ya se iba a curar y que solo era cuestión de “tener paciencia”. 
Pero como no tengo paciencia, decidí llevarla a la clínica y así es como empezó la anécdota que les acabo de contar. 

 “Comer okayu cuando uno tiene el estómago malo” es lo que mi oba le enseñó a mi mamá, luego, cuando yo era pequeña, también me lo preparaba mi mamá. O sino siempre me decía que tomara ocha cargado para contrarrestrar las diarreas, o como comúnmente se dice, para "ajustar el estomágo”. 

Pero esta vez, esos truquitos que mi mamá confiaba plenamente, no fueron muy útiles. Creo que si mi mamá hubiera seguido con sus tratamientos caseros, se hubiera recuperado, pero eso sí, muy lentamente. Pero a ese ritmo y para los años que tiene mi mamá, no hubiera sido conveniente. Todavía me acuerdo de otros secretos o truquitos caseros que mi oba le enseñó a mi mamá y luego ella a mí, tal y como si fuera una tradición de generación en generación. Pero si yo tuviera hijos, más bien, creo que ellos aprenderían estos secretos más bien como anécdotas. Si bien el tiempo pasa, no deberian pasar al olvido nuestras costumbres familiares.

Quisieran compartir algunos de los secretos o trucos caseros de mi oba, que si bien muchas son japonesas, hay varias que son okinawenses. Y como dicen: “un consejo hasta de un conejo”, algunos trucos pueden ser útiles, incluso para estos tiempos modernos. 

“Todo caliente, sea verano o invierno” 
Mi oba siempre decía que para tener siempre una buena salud, lo mejor era tomar siempre algo caliente, sea invierno o verano. Ella, al igual que mi mamá, consideran que tener el estómago tranquilo, sin nada que lo perturbe o irrite, nos hará sentir bien. 
Y así fue que mi mamá decidió coserme mi primer (y único) koshimaki cuando yo entraba a la pubertad. Recuerdo que mi mamá usó una tela afranelada roja y unos broches para hacerme una faja que cubriría el vientre. Precisamente era la época en la que tenía el primer periodo, y según ella decía que con esa faja ya no tendría esos típicos dolores menstruales y mantendría caliente el vientre, algo recomendable para la buena salud, así como decía mi oba. 

“Si no quiere leche, que tome misoshiru”  
Mi oba nunca me exigía que tomara toda mi leche, a diferencia de mi mamá. Ella más bien decía que tomara toda mi sopa, pero la que era a base de miso (pasta de soya fermentada), o la de kombu (alga deshidratada) o la de katsuoboshi (virutas de bonito seco), porque decía que tenían más vitaminas y calcio que la misma leche.
Recuerdo que cada vez que iba a prepararnos esas sopas, si era de kombu, tenía que remojarlas en agua toda la mañana para que se hidraten y estén blandas; en cambio, si era de miso, simplemente iba a la refrigeradora y sacaba dos cucharadas del pote para hacernos un litro de misoshiru (sopa de miso). Pero si era de katsuoboushi, llamaba a mi hermano mayor para que rallara el katsuo sobre el kezuriki (rallador para katsuo) y con esas virutas de katsuo, nos preparaba la sopa. 
Realmente me gustaba tomar más estas sopas que la leche, porque simplemente, me caía mal (lo que actualmente se conoce como intolerancia a la lactosa). 
Pero no solamente sería beneficioso para los niños, sino que también para los adultos, como el caso del misoshiru. Si bien en los niños puede aportarles vitaminas y calcio, en los adultos, serviría como un excelente desintoxicador, puesto que elimina las toxinas productos del cigarrillo o del alcohol. 

“Frota el kyuri y se quita lo amargo” 
Es otro secreto que recuerdo que mi mamá siempre decía cuando nos preparaba una simple pero refrescante ensalada de kyuri (pepino japonés) todas las semanas, especialmente cuando era verano. Antes de cortarlo en bastoncitos, ella cortaba los extremos del kyuri y con un extremo, frotaba el otro por unos segundos. 
Decía que mi oba le había enseñado ese truco para quitar el típico sabor amargo, sin echarle nada . 
Creo que esta técnica ya es de conocimiento casi general, sobretodo por el boom de los sushi en Lima, que si bien es un secreto casero, no hay que olvidarnos que su origen es japonés. 

“Si la nariz te sangra, arráncate tres pelos de la nuca” 
Mi mamá me contó que mi oba le enseñó que si uno de nosotros (mis hermanos o yo) sangrábamos por la nariz, lo mejor para detener ese sangrado era arrancar tres pelos de nuestra nuca. Felizmente que nunca hemos sangrado por la nariz, así que no puedo afirmar si es un secreto eficaz o simplemente un mito.

"Si te hiciste una herida, colócate un poco de saliva" 
En caso que nos hiciéramos alguna herida, nos decía que debíamos de colocar un poco de saliva en la herida y esto nos ayudaría a curarnos. Mi oba creía, al igual que muchas otras obas okinawenses, que la saliva  tenía propiedades mágicas, como las de protección (como vimos en un post anterior, que también la utilizaba para protegerme del mal de ojo cuando estaba pequeña). También he leído(*) sobre algunas creencias relacionadas con el supuesto poder curativo de la saliva. Si a una persona se le adormecen los pies, colocándose un poco de saliva en la frente, desaparecería la molestia. O si se alguien accidentalmente hace un agujero en la ropa con un cigarrillo encendido, poniéndo un poco de saliva, evitará que se agrande el agujero (aunque más bien creo que es algo lógico que un secreto o superstición).

Seguramente habrán otros secretos o trucos que muchas familias nikkei guardan muy dentro de la memoria, y  que muchas veces, con el paso del tiempo o del olvido, se pierden inexorablemente. He querido compartir algunos de estos secretos de mi oba, no simplemente por nostalgia, sino más bien, para compartir una pequeña muestra de la cultura o folklore de Okinawa y de Japón, a través de algunos secretos caseros que ella nos enseñó. No dejemos que nuestra historia y orígenes sean frágiles ante el olvido.

 

domingo, 11 de agosto de 2013

Ushi no Koku Mairi: El Antiguo Ritual Japonés Para Maldecir a las Personas

Eran casi las 11 de la noche cuando había comenzado a investigar el tema de este post, y realmente quise postergarlo y continuarlo recién al día siguiente en la mañana, puesto que las circunstancias en sí fueron propicias para hacerlo de ese modo, tanto por el tema en sí, como por la hora y la quietud que se respiraba en toda la casa. 
Pero, mayor fue mi curiosidad que mi miedo, por lo que me quedé despierta casi toda la noche leyendo y corroborando las fuentes para este post, por lo que ahora quisiera contarles sobre un ritual o práctica esotérica de Japón que encierra cierto misterio debido a la poca información disponible. Estoy refiriéndome al Ushi no Koku Mairi 丑の刻参り, que es un ritual que recuerda cierta semejanza con los muñecos vudú de Haití.

El Ushi no Koku Mairi, también conocido como Ushi no Toki Mairi 丑の時参り, significa literalmente “Visita a la Hora del Buey” (que, como vimos en un post anterior, era la forma como antiguamente se decía la hora en Japón) y que consistía en visitar un templo a la hora del buey (según el sistema actual horario sería entre la 1 y 3 de la madrugada) con el fin de lanzar una maldición a alguien, a través de un muñeco de paja. 

Se afirma que este ritual es una forma de maldición relacionado en cierta manera con los rituales premodernos de Onmyodo 陰陽道, que es una forma de cosmología esotérica traído desde China por el siglo XVI y que incorpora el Shintoísmo, Budismo y Taoísmo. Sus practicantes, los Onmiouji 陰陽師, eran astrólogos y adivinos que utilizaban unos muñecos para lanzar sus maldiciones. 

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Imagen tomada de The Frick Pittsburgh Art & Historical Center
Imagen de la obra Kanawa, representando a Hashihime realizando el Ushi no Koku Mairi
Sin embargo, no se puede determinar el origen exacto del Ushi no Koku Mairi, aunque se puede verificar su existencia dentro de la literatura clásica japonesa, como el caso de Hashihime 橋姫. Hashihime es un personaje que aparece en Heike Monogatari 平家物語 (El Cantar de Heike), que data del periodo Heian (794-1185) y que representa a una mujer celosa que se convierte en demonio y descarga toda su furia sobre dos muñecos hechos de paja que representan a su esposo y a la amante o concubina (aquí no solo podemos observar la descripción del ritual en sí, sino también de una antigua práctica denominada unawari uchi, y que que consistía en golpear a la concubina). 
Asimismo, en el teatro Noh japonés, podemos observar esta escena en la obra Kanawa 鉄輪 (Corona de Hierro), en donde se personifica a Hashihime como una mujer-demonio que utiliza un tipo de candelabro de tres velas sobre su cabeza, de la misma forma como se utilizaba para practicar el Ushi no Koku Mairi.

Incluso, se sugiere que podría haberse remontado hasta el periodo Kofun (250 – 538 D.C.) y aunque difería en algunos aspectos (como la forma de realizarla o el traje que vestía el que lo practicaba), el ritual en sí era el mismo que el actual: clavar a un muñeco con clavos. También existen vestigios arqueológicos que pueden demostrar la existencia de esta práctica, como por ejemplo, el muñeco con un clavo en el pecho que data del siglo VIII y que se encuentra en el Instituto Nacional de Investigación de Propiedad Cultural de Nara 奈良文化財研究所. O el descubrimiento de una placa de madera donde se mostraba a una cortesana atravesada con clavos de madera en las ruinas de Datecho, ciudad de Matsue, prefectura de Shimane. 

Sean cual fueren las diversas evidencias que demuestran la antigüedad de este ritual, cabe destacar que actualmente este ritual también se encuentra disponible en Internet y que se puede adquirir todos los implementos necesarios o, incluso, puede ser practicado a distancia a través de terceros, situación que se corrobora por las investigaciones realizadas por Jiménez Murguia, profesor de la Universidad Internacional de Miyazaki, Japón. En varias páginas de Internet, todas en japonés, se publicita el Ushi no Koku Mairi como si fuera un servicio más, en donde se ofrece el kit completo para realizar el ritual, además de la contratación de los servicios de una persona encargada de realizar este ritual, condicionado por un pago por sus servicios y que van desde los 10,000 a 50,000 yenes (aproximadamente entre 100 a 500 dólares), dependiendo de la cantidad de días que se necesitaría para lograr el objetivo o del daño que se quisiera hacer a la persona.
En cambio, si uno decide realizar este ritual por sí mismo, puede adquirir el kit completo y recibir las instrucciones de uso, por un precio aproximado de 5000 yenes (aproximadamente 50 dólares). 

Personalmente, pude encontrar tres website(*) que ofrecen el kit que contiene todos los implementos necesarios para practicar el Ushi no Koku Mairi. Este kit contiene, según se muestra en la website de noroi, los siguientes elementos: 
  • 1 muñeco hecho de paja, denominado wara ningyo (en japonés わら人形, y que también se escribe 藁人形 y ワラ人形), con 30 cm aproximadamente y que es el elemento principal de este kit, puesto que representa a la persona a la que se echaría la maldición.
  • 1 pedazo de madera natural de cedro del área de Kitayama en Kyoto, (38 cm, aproximadamente), y que podría utilizarse en lugar del árbol de cedro en caso que no sea posible acceder a algún templo o bosque. 
  • 2 clavos de hierro llamados gosunkugi 五寸釘de 5 pulgadas (12.7 cm), que serán utilizados para sujetar al muñeco sobre el pedazo de madera o el tronco del árbol. 
  • 1 pincho o palito de bambú (takegushi 竹串). 
  • 1 soporte para vela (candelabro)
  • 2 velas, las cuales intensificaran la transferencia de la maldición al wara ningyo e iluminaran al practicante durante todo el ritual.
  • 1 martillo, para utilizarlo junto con los clavos. 
  • 1 pedazo de cuerda de paja (1 m, aproximadamente), utilizado para sujetar el muñeco al trozo de madera o tronco antes de ser clavado con los clavos. 
  • 1 rosario o nenju 念珠 (de madera natural aromática), como talismán de protección para el que realiza el ritual in situ. 
  • 1 par de guantes blancos, que serán utilizados durante todo el ritual. 
Y en las otras dos websites que había consultado, se añaden el manual de instrucciones y en lugar del rosario o nenju, se incluye la piedra de protección o reiseki 霊石
Imagen tomada de Urami.net
Vista del kit que se puede adquirir a través del internet para realizar el ritual Ushi no Koku Mairi
Si uno opta por adquirir este kit, debe de preparar los materiales y también, prepararse uno mismo para realizar adecuadamente el ritual. 

El wara ningyo es un muñeco de paja, cuya cabeza y extremidades están anudadas, adquiriendo así una rudimentaria forma humana. Al carecer de rostro, se debe personalizar el muñeco antes de empezar el ritual, colocando o metiendo entre la paja algún elemento que pertenezca a la persona que se desee echar la maldición, como cabello, uñas o sangre o sino, un pedazo de su ropa. Se sugiere que si se coloca la foto de la víctima o un papel con su nombre sobre el pecho del wara ningyo, se hará más efectiva la maldición. 

Como todo ritual esotérico, se dice que hay que realizar este ritual con fe para que el ritual sea relativamente un éxito. En este caso, se debe canalizar todo el odio que se tiene hacia la víctima a través del wara ningyo y pedir que un espíritu maligno ingrese en él y así poder dañar a la víctima. 
Vestimenta de la persona que realiza el ritual
Imagen tomada de Kyonara10.com
El practicante, antes de empezar la maldición en sí, deberá usar una bata blanca y aplicarse maquillaje blanco en el rostro. Algunas veces se sugiere que el practicante utilice lápiz labial de color rojo. Tanto la vestimenta blanca, así como el rostro, es para hacer lucir al practicante como un ser sobrenatural. También, debe usar geta (sandalias japonesas de madera) de un solo taco o en caso que no se puedan caminar sobre ellas, andar simplemente descalzo. Llevará también un espejo colocado sobre el pecho como un collar (que es considerado como un símbolo sagrado del Shintoismo), una pequeña daga metida en la cintura, en caso que haya algún testigo y deba ser eliminado. Y como se debe permanecer en silencio cuando se ingresa al templo (en caso que no se haga dentro de la casa), deberá sostener un peine de madera (y en algunos casos, una navaja) entre los dientes, y así evitará pronunciar palabra alguna. 

Según las antiguas ilustraciones sobre este ritual, como las de Hashihime, también debería utilizar un tocado de metal sobre la cabeza llamado gotoku 五徳 que era un soporte utilizado para colocar la tetera, junto con tres velas encendidas, las que iluminaban al practicante durante todo el ritual. O incluso, podría reemplazarse con una banda para la cabeza con dos velas en cada sien. Pero, seguramente debido al riesgo de quemaduras que puedan ocasionar las velas, actualmente se incluye en los kit modernos, los candelabros, para así colocar las velas sobre la mesa. 
Imagen tomada del カウチサーフィン体験記 (Coach Surfing Taikei)(*)
Imagen tomada de 嗚呼!!情熱実験つみつくり (Aa!! Jonetsu Jiken Tsumi Tsukuri)
(*) Traducción del letrero mostrado (izquierda): OKAGE MYOJIN: es el dios que responderá a la única plegaria, cualquiera que sea. Se cree fervientemente que es una deidad de protección, especialmente para las mujeres. Los cedros japoneses que se eencuentran en la parte posterior fueron usados para el ritual "Ushi no Koku Mairi" o la "visita de las 2 a.m.", que era popular entre las mujeres de aquella época. Estas mujeres clavaban a un muñeco de paja a un cedro, mientras que echaban una maldición a sus enemigos. Incluso ahora, podemos encontrar varias marcas de los clavos en el lado izquierdo de la parte posterior de los árboles.

Una vez que ya se encuentra adecuadamente vestido y con el wara ningyo ya personalizado, el practicante ya puede dirigirse al templo, o en su defecto, proceder a realizar el ritual en su casa. Como sucede en la cultura esotérica occidental, se dice que las horas más propicias para realizar algún conjuro o contactarse con los espíritus son entre la 1 y las 3 de la madrugada. Y del mismo modo, para lograr la efectividad del Ushi no Koku Mairi, se debe considerar la hora y posición en donde se encuentre el practicante. 

Se debe realizar este ritual entre la 1 y las 3 de la madrugada y debe realizarlo mirando hacia el noreste, que es la dirección cosmológica del buey, según el Onmyodo, y que se cree que es de donde vienen los demonios. Se recomienda hacerlo en el templo Kibune 貴船神社(también llamado Kifune Jinja), en Kyoto, puesto que se cree que ahí se encuentran los árboles sagrados o árboles shinboku 神木; al igual que el Seimei Jinja 晴明神社 y el Hashihime Jinja 橋姫神社 o el Ikurei Jinja 育霊神社 en Okayama. 

Ya estando en el templo, debe buscar algún shinboku, que es el árbol sagrado japonés y que se piensa que descansan los espíritus kami. Ya habiendo elegido el árbol, procede a sujetar el wara ningyo utilizando el pedazo de cuerda. Una vez que se haya inmovilizado el muñeco, procede a clavarle los clavos o gosunkugi. También puede optar por pincharlo con los takegushi o palitos de bambú en diferentes partes del cuerpo, de la misma manera como se realiza con un muñeco vudú, es decir, para causarle dolor y sufrimiento a la víctima. 

Mientras asesta los takegushi o los gosunkugi, se recomienda que el practicante pronuncie verbalmente frases de maldición sobre el muñeco. No existe ninguna frase ya establecida, por lo que el practicante puede personalizar aún más las maldiciones hacia esa persona. 

Durante todo el ritual, el practicante debe cargar consigo el nenju (rosario) o la piedra de protección (reiseki). Sin embargo, el practicante no solo debe protegerse a sí mismo de algún espíritu, sino también de algún curioso o testigo que pueda encontrarse en el lugar donde se realiza el ritual. En caso que sea visto, se dice que el practicante deberá matar al testigo con la navaja que porta en su cintura, de lo contrario, la maldición recaerá sobre él, según afirma Zack Davisson (otro investigador del folklore y fantasmas de Japón); mientras que Jiménez Murguia sostiene que el ritual simplemente quedaría nulo y nuevamente se tendría que empezar de nuevo. 

Se dice que este ritual hará que la víctima se enferme gradualmente o le suceda alguna desgracia, dependiendo de lo que el practicante desee para ella. La razón principal por la que se clava el wara ningyo al árbol, se debe a que se cree que los espíritus viven dentro de los árboles, y al utilizar los clavos, se les estaría ofendiendo su morada y tranquilidad. De este modo, cumplirán el deseo de la practicante y poco a poco la víctima será presa de la furia del espíritu que mora en el árbol elegido. Este ritual debe realizarse durante siete noches, clavando un clavo cada noche, siendo la última estocada en la cabeza, con el que finalmente moriría la víctima de la maldición. Según Davisson, señala en su blog que actualmente el ritual de Ushi no Koku Mairi, es una práctica ilegal bajo las leyes japonesas. 

Sea que forme parte del folklore japonés o sea parte de las ciencias esotéricas de Japón, es indudable que si bien la tecnología domine la sociedad actual, aún no podemos despojarnos completamente de lo que forma parte de nuestra esencia humana, esto es, nuestra creencia en el más allá. 

FUENTES:

(*) WEBSITES  CONSULTADAS QUE REALIZAN COMERCIALMENTE EL RITUAL USHI NO KOKU MAIRI 

(EN JAPONÉS):
URAMI.NET
NOROI.COM
NOROI.NET

domingo, 4 de agosto de 2013

La Saliva en la Frente y el Temblor que Puede Traer Suerte: Algunas Creencias de Okinawa

Se podría decir que en mi casa hay un "choque de culturas", o quizás, un "choque generacional". 

Desde que tengo uso de razón, no hay día en que no escuche la típica frase de mi mamá: “Ya te he dicho que no hagas eso, que sino…” Como la primera vez que estaba limpiando la mesa con esas toallas de papel reusables (aquellas que se pueden mojar y usar muchas veces sin que se deshagan). 
Al ver que limpiaba la mesa con una de esas toallas, mi mamá me repitió la misma frase de siempre: “Ya te he dicho que si limpias la mesa con papel, te volverás pobre”. Y como siempre le pregunto que quién dice eso, mientras continúo limpiando la mesa, ella me responde “Oba decía eso”, y como si fuera una sentencia profética, ya no tuve nada más que decir. 

Pero aún así, terminé de limpiar la mesa con aquella toalla y al final le mostré a mi mamá que era una toalla “especial” y no un simple papel. Al ver que no era un simple papel, ahora ella también usa esas toallas para limpiar, aunque aún sigue repitiéndome que deje de limpiar la mesa con papel. Como se dice, las viejas costumbres son difíciles de quitar, y así también de difíciles de borrar, son las viejas creencias que mi oba trajo de Okinawa. 

Desde que tengo memoria, siempre he escuchado el típico “no te cortes las uñas por la noche, que tendrás mala suerte” o he visto que mi oba (y ahora, lo hace mi mamá), siempre colocaba una pequeña pita anudada (“san” サン en japonés) encima de la comida que iba a colocar en el butsudan, porque decía que así, los “malos espíritus” no iban a tocar esa comida y no se iba a malograr antes de tiempo. O recuerdo también las veces, cuando mis dientes de leche se me caían, mi oba me decía que tenía que lanzarlos hacia arriba (si el diente que se me cayó era de la mandíbula superior) o hacia abajo (en caso que sea de la parte inferior), para que crezca fuerte y sano. O las veces en que mi oba decía que si silbaba de noche, iba a venir el obake (fantasma en japonés).

Así fue como crecí, rodeada de costumbres y creencias japonesas (y okinawenses). Cuando ya empecé a ir al colegio, tenía más o menos siete años, muchas veces no podía compartir con mis amigas (que por cierto, todas eran peruanas o no nikkei) algunas de estas costumbres, porque seguramente no lo iban a entender. De este modo, era mejor vivir con dos culturas a la vez: la cultura peruana en el colegio y la cultura japonesa en casa. 


Hubiera sido raro que yo dijera en el colegio, por ejemplo, que ya había lanzado mi diente de leche mientras que mis amigas andaban pensando en el ratón de los dientes de leche. O que mientras sus papás las asustaban con el ropavejero o el monstruo debajo de la cama, a mí me asustaban con los obake. Pero en casa, todo esto era común. 

(PARA AGRANDAR LA FOTO, HACER CLICK EN ELLA. VOLVER A HACER EN CLICK PARA REGRESAR AL TAMAÑO ORIGINAL)
Mi oba con uno de sus hijos
(Año: Entre 1934 a 1938, aproximadamente)

Hay dos creencias que todavía las recuerdo, aunque vagamente, y que son las más curiosas  que ahora me gustaría compartir.

En casa, mi oba nos engreía mucho, a mí y a mis hermanos. Recuerdo que siempre me demostraba su cariño, ya sea dándome algún dulce o enseñándome alguna canción infantil. Y así como todas las abuelas que siempre dan la bendición a sus nietos para que todo les vaya bien antes de salir de casa, mi oba también nos la daba cuando éramos muy pequeños, pero a su manera, o mejor dicho, según la antigua creencia okinawense. 
Cuando era muy pequeña, creo que cuando yo tenía 5 años o menos, mi oba solía mojar un poco la punta de su dedo medio con su saliva y me tocaba la frente con ese mismo dedo, antes que yo salga a pasear. Ese era su forma de dar la bendición.
Imagen tomada de  伊禮秀鳳・沖縄の占いの館 
(Irei Shuho - Okinawa no Uranai no Yakata)

Mi oba decía que así me protegía contra las “cosas malas” (warui koto 悪いこと). Hace poco mi mamá me contó que mi oba le decía que antiguamente se usaba el hollín de una olla (el mismo que se forma debajo de la olla, especialmente cuando se cocina a carbón o leña) en lugar de saliva y con eso se daba un ligero toque en la frente del niño, sobretodo si era un bebé, antes que saliera a la calle de noche. Era una pequeña marca que lo protegía contra lo que mi oba llamaba “esas cosas malas”. Nunca le pregunté a qué se refería con eso, pero seguro era lo que comúnmente conocemos como “mal de ojo” en Perú, en donde se coloca una cinta roja en la muñeca de un niño pequeño para protegerlo. 

La otra costumbre, que recuerdo, era la que siempre mi oba decía cada vez que comíamos en el comedor.
Ella decía que teníamos que limpiar la mesa ni bien termináramos de comer. Esa exigencia no era tanto porque quisiese tener la mesa limpia antes que nos diera flojera, sino más bien, para evitar comer de más. 
Según ella, en caso que hubiera un terremoto mientras estamos comiendo, deberíamos de comer siete veces más. Y para evitar comer en exceso, teníamos que llevar los platos a la cocina ni bien termináramos de comer.
Mi oba decía que, según una creencia okinawense, cuando sucede un terremoto (o un temblor) mientras comemos, la buena suerte viene hacia uno, y para que no se pierda esta suerte, habría que comer 7 veces para que así se repita. 
Hasta ahora lo hacemos en casa, ni bien terminamos de comer, llevamos los platos directamente a la cocina, pero ya no tanto por creer en el temblor de la buena suerte, sino más bien, porque ya se nos ha hecho una costumbre. 

Realmente, hay tantas creencias (y tradiciones) que mi oba trajo desde Okinawa pero que algunas son difíciles de borrar, no tanto porque las siga practicando, sino porque eran las creencias que ella tenía y que compartió conmigo, algo que es difícil de quitar de la memoria. 

Ahora, pensándolo bien, no puedo decir que haya un choque cultural en mi casa, sino más una “convivencia” cultural: las creencias okinawenses de mi oba y que aún siguen vivas, aunque, esta vez, como recuerdos de familia. 

LA SANBASAN (PARTERA) "MÁS FAMOSA" EN LA LIMA DE LA PREGUERRA: LA SANBASAN TOKESHI

La foto que muestro fue tomada el 27 de febrero de 1930.  Es una vista del patio de Lima Nikko en una ocasión especial.  En ese día, hubo un...