Últimamente han ocurrido una serie de terremotos en casi todo el mundo. La tierra se encuentra en constante evolución y no debe parecernos raro que existan esta clase de fenómeno natural, que para nosotros más bien son desastres naturales.
Con la tecnología que actualmente disponemos, podemos determinar el epicentro o el lugar donde se originó el terremoto, e incluso se puede predecir un terremoto con unos pocos segundos de anticipación, lo “suficiente” como para ponerse a salvo. Pero con esta tecnología, no solamente podemos determinar el lugar, grado de daños causados, etc., sino también, llegamos a investigar el origen de dicho movimiento, que actualmente van desde el famoso calentamiento global, el mítico fin del mundo, o incluso, el proyecto HAARP en donde se dice que la mayoría de los terremotos que han sucedido últimamente, fueron provocados por el hombre (ya no se puede descartar nada).
Pero antiguamente, las personas no iban tan lejos, sino más bien, ellos pensaban que el origen de todo lo inexplicable para el hombre de aquella época, era de origen divino. Por ejemplo, en el Japón del siglo XIX, se creía que el origen de los terremotos era por los movimientos de un pez gato o siluro enterrado debajo de la tierra llamado namazu.
Esta “teoría” cobró más fuerza cuando ocurrió un devastador terremoto en Edo (ahora Tokyo) en octubre de 1855, en donde dejó más de 5000 muertos y cuantiosos daños materiales. Días después, se comenzaron a comercializar imágenes de estos siluros o namazu como una forma de conmemorar dicha noticia, o incluso, como una forma de talismán o amuleto, y de esta forma, nuevamente volvió esta creencia del namazu como el causante de los terremotos. ¿Pero, por qué?
El origen de esta creencia se basa en varias hipótesis, por ejemplo, se cree que comenzó cuando apareció el Hyounenzu 瓢鯰図 (pintura a tinta que representa a un hombre pescando a un namazu con una calabaza) en el siglo XIV y que fue pintada por el sacerdote Josetsu. Y el origen de esta pintura, tal vez se deba a un antiguo proverbio de la filosofía Zen. |
También se dice que durante la construcción del castillo Fushimi del shogun Hideyoshi Tomotomi, éste ordenó al encargado de su cosntrucción a hacerlo a prueba de terremotos y para ello, tenía que observar el comportamiento de los siluros, esto fue por el siglo XIV.
También encontramos construcciones antiguas que datan del siglo XIII y que han sobrevivido al paso de los años y sobre todo de los terremotos, porque fueron diseñados de manera sofisticada para la época (e incluso para nuestros días) para soportar los movimientos bruscos del siluro, o mejor dicho, de un terremoto, por ejemplo, la pagoda Goju-no-To 五重塔 (Pagoda de Cinco Pisos) en Miyajima, que no tiene un mecanismo que no posee clavos sino juntas que se unen entre sí ante un movimiento, reforzándo la estructura. |
Por eso se dice que otra hipótesis para el origen de dicha teoría, y la que me parece más lógica, sería que el siluro es un animal, mejor dicho, un pez, que posee una sensibilidad especial para predecir los terremotos, y que antes que ocurra uno, pueden sentir las vibraciones u ondas expansivas a través del agua y comienzan a comportarse de manera inusual. Por eso, y debido a la imaginativa popular, se ha asociado al siluro o namazu como el causante de los terremotos.
El Namazu era un pez que se encontraba debajo de la tierra y que era sujetado por una gran roca colocada por el dios Kashima, quien era el único que podía controlar al gigante pez colocándole una pesada roca (el kaname-ishi 要石) encima, pero cuando éste se descuidaba, el pez se movía, originándose así los terremotos. |
Según la creencia popular, se dice que el gran terremoto de 1855 ocurrió porque el dios Kashima tenía que reunirse con los otros dioses y pidió al dios Ebisu que controlara al namazu, pero se quedó dormido y así, el namazu pudo moverse de la gran roca que lo aplastaba y movió su gigantezca cola, produciéndose así el gran terremoto que terminó cuando el dios Kashima regresó al lugar.
No solamente la imaginativa popular se quedó allí, sino que también se creía que los terremotos eran una forma divina de distribuir la riqueza a costa de pérdidas humanas, y en donde los constructores, vendedores de materia prima, etc. (es decir, todas aquellas personas involucradas directamente con la construcción de casas) eran los más beneficiados porque participaban en la reconstrucción de las grandes mansiones de las élites, quienes por ende, perdieron parte de su riqueza con el terremoto. |
Esto es lo que denominaron "yo-naoshi" 世直し , que significa "corregir el mundo", es decir, "corregir" una sociedad que ya se encuentra corrompida.
Sin embargo, no hay que pensar que por aquella época, no existía una lógica científica para dichos fenómenos. Por el siglo XIV, eran muy pocos los privilegiados que tenían acceso a la educación y en este reducido grupo, se sostenía que el origen de los terremotos eran a causa del desbalance de ying y del yang, mientras que la gente del pueblo creía en algo más simple y entendible que dicha teoría, que era que los dioses provocaban esas calamidades.
Sin embargo, no hay que pensar que por aquella época, no existía una lógica científica para dichos fenómenos. Por el siglo XIV, eran muy pocos los privilegiados que tenían acceso a la educación y en este reducido grupo, se sostenía que el origen de los terremotos eran a causa del desbalance de ying y del yang, mientras que la gente del pueblo creía en algo más simple y entendible que dicha teoría, que era que los dioses provocaban esas calamidades.
En los libros de aquella época referentes a los terremotos, solían explicar este desbalance acompañado de grandes ilustraciones metafóricas, es decir, exponían la teoría y la ilustraban con un namazu, como una manera que todos entiendan. Junto con la creencia popular cohabitaban las teorías científicas de la época que trataban de explicar los terremotos. Así, por ejemplo, junto con la creencia popular, en 1759 se publicó un manuscrito en donde se pretendía exponer las señales que antecede a un terremoto, describiendo 20 tipos de nubes y sus respectivos cambios climáticos. Pero no solo eran las nubes sino que también la formación de gases o neblinas inusuales en el cielo podían considerarse como la antesala de un terremoto; idea que no solo era compartida en el Japón antiguo, sino también en otros países como China o Egipto.
Pasaron los años, e incluso siglos, y fue recién en el siglo XIX cuando las ilustraciones de los siluros volvieron a hacerse populares con el terremoto de Edo en 1855, donde se aprovechó esta situación y muchos artistas vendieron ilustraciones de los siluros (pinturas que fueron llamados namazu-e), a manera de una forma caricaturesca para recordar el terremoto vivido y también, como una forma supersticiosa, es decir, como un talismán para protegerse, o proteger la vivienda contra un terremoto.
PARA SABER UN POCO MÁS: (en inglés)
- Animales y fenómenos atmosféricos usados para anticipar terremotos en la antiguedad
Legends of Unusual Phenomena Before Earthquakes — Wisdom or Superstition?
- Ilustraciones del Namazu
Namazu-e: Earthquake catfish prints
-Resumen de la posición del gobierno japonés frente al terremoto de 1855
Bakufu Responses to the 1855 Ansei Edo Earthquake
- Diapositivas sobre el Namazu y pinturas sobre el terremoto de 1855
A Brief Account of the Catfish (Namazu) as a Cultural Symbol in Japan, 15th-20th Centuries
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